jueves, 22 de abril de 2021

Eco, risa y verdad

 

 

"En la filosofía antigua se decía (y Rabelais lo repetía) que la capacidad de reír era propio de los hombres, es decir que el reír era prerrogativa tan sólo de los seres humanos. Los animales están desprovistos de sentido del humor. Reír es una experiencia típica de los seres humanos. Pienso que ello está conectado con que nosotros somos conscientes que somos los únicos animales que sabemos que deben morir. Los otros animales pueden comprenderlo en el momento en que mueren, pero no están en condiciones de articular algo comparable a la afirmación “Somos todos mortales”. En cambio, los seres humanos sí están en condición de hacerlo, y probablemente por eso existen religiones y rituales. Pero lo cierto es que, desde el momento en que sabemos que moriremos, reímos. La Risa es la forma esencialmente humana de reaccionar al sentimiento que los hombres tienen de la muerte. De esta manera, lo cómico resulta una posibilidad de afrontar tragedias, de limitar nuestros deseos y de combatir contra el fanatismo. Lo cómico (estoy indirectamente citando a Baudelaire) lanza una diabólica sombra de sospecha sobre toda proclamación de verdad dogmática.

Hasta la edad de cincuenta años, y durante toda mi juventud, soñé con escribir un libro sobre teoría de la comedia. ¿Por qué? Porque todos los libros sobre el tema eran fallidos. Todos los teóricos de la comedia, de Freud a Bergson, explican algunos aspectos del fenómeno, pero no logran explicarlos todos. Se trata de un fenómeno tan complejo que ninguna teoría está, o al menos lo ha estado hasta ahora, en condiciones de explicarlo completamente. Así, siempre me dije que me habría gustado escribir la verdadera teoría de la comedia. Pero luego esa tarea se me hizo difícil, incluso desesperante. Tal vez esta es la razón por la que he escrito El nombre de la rosa, que es una novela que se refiere al libro perdido sobre lo cómico de Aristóteles. Era un modo de narrar una historia que no estaba en condiciones de contar en términos filosóficos. Una vez más: “de aquello de lo que no se puede teorizar, se debe narrar”."

Eco, Autobiografía intelectual, p. 70. Trad: Diego Bentivegna