El 11 de noviembre estaremos charlando Leonora Djament, Daniel Link y quien les habla con Maurizio Lazzarato. La cita es en el canal de Youtube de la Universidad de Tres de Febrero.
"si no hay perturbación, no corresponde que haya deseo de conservarse ni temor de perderse".
miércoles, 28 de octubre de 2020
Lazzarato: trabajo intelectual y desigualdad
miércoles, 21 de octubre de 2020
“IL PRATO È LA CUSTODIA, IL FERETRO, L’ARCA”. NOTA SULLA POESIA DI MARIO BENEDETTI di Diego Bentivegna
Muy emocionado, comparto este texto sobre el poeta italiano Mario Benedetti, que murió este año, víctima del virus. El artículo fue publicado en la sección de poesía de Nuovi Argomenti, la revista que en su momento dirigieron Alberto Moravia, Pier Paolo Pasolini, Attilio Bertolucci... Agradezco profundamente a Maria Borio, poeta y crítica, por la invitación a participar del homenaje a Mario Benedetti y por la traducción preciosa del texto, originalmente publicado en castellano en la antología comentada Viaggio in Italia, publicada en 2009 por iniciativa de Cecilia Romana y Marina Serrano. Aquí el texto.
http://www.nuoviargomenti.net/poesie/il-prato-e-la-custodia-il-feretro-larca-nota-sulla-poesia-di-mario-benedetti/?fbclid=IwAR3bQ5Y_qJpEIdM5RnR7G1HE20SF1hOu7CJ5evHpHm3ObtovQZg1c3wNKKY
martes, 20 de octubre de 2020
Maurizio Lazzarato, expresión vs. comunicación
"Tomamos prestadas estas reflexiones de Mijail Bajtin quien,
a su manera, hace de la multiplicidad y de sus modalidades
de acción una apuesta política fundamental. Al mismo tiempo
que construye, a diferencia de la lingüística y de la filosofía
del lenguaje, una «ciencia de las singularidades», es
decir, una teoría «para abordar una individualidad en absoluto
reproducible como enunciado», muestra cómo el terreno
de la expresión es el lugar de una lucha, de un enfrentamiento
entre fuerzas sociales y políticas por las modalidades
de constitución y de organización.
Esta lucha puede ser definida como lucha entre el plurilingüismo
y el monolingüismo. Según Bajtin, la creación
diferencial de los agenciamientos de enunciación está animada
por fuerzas sociales y políticas que apuntan a la polifonía
y la creación de nuevas posibilidades semánticas, en lo
que él llama el plurilingüismo. Por el contrario, las prácticas
de información y de la comunicación están constituidas por
fuerzas que apuntan a la unificación, la centralización, la
homogeneización, la destrucción de la multiplicidad y de la
heterogeneidad de las palabras, de las lenguas, de las semióticas,
en lo que él llama monolingüismo. Hay que entender
entonces por monolingüismo y por plurilingüismo dos formar
diferentes de pensar y de actuar sobre la expresión de
una misma lengua o de un mismo régimen de signos.
¿Cómo se manifiestan las fuerzas que tienden al monolingüismo?
A través de la producción de normas lingüísticas.
Ahora bien, las «normas lingüísticas no son un imperativo
abstracto»,3 no son sólo represivas. Son fuerzas creativas de
la vida del lenguaje, pero de un lenguaje unificado, que
«trasciende el plurilingüismo». Crean, en el interior de una
«lengua nacional multilingüe, el núcleo lingüístico duro y
resistente del lenguaje literario oficialmente reconocido, o
bien defienden ese lenguaje ya formado contra el impulso de
un plurilingüismo creciente."
Maurizio Lazzarato, Por una política menor, Madrid, Traficantes de sueños, 2006.
Trad: P. Rodríguez.
martes, 13 de octubre de 2020
Benedetto Croce, ¿Qué cosa es una lengua?
"Pero, ¿qué cosa es la lengua si no un serie de expresiones, cada una de las cuales aparece, del modo singular en que aparece, una sola vez? ¿Qué cosa es la lengua, sino continua, perpetua transformación? ¿Qué cosa es el Señor Uso Lingüístico sino el conjunto de palabras efectivamente pronunciadas y escritas? Forjar un uso lingüístico, que sirva como principio de comparación, ¿no es crear una ente imaginario?"
Benedetto Croce, Le categorie rettoriche e il prof. Gröber, «Flegrea», 1900, 2, pp. 83-88, poi in Problemi di estetica.
Trad: D. B.
domingo, 11 de octubre de 2020
Giacomo Debenedetti: El camino de Orfeo.
"Orfeo no vuelve a traer al mundo viva a Eurídice; trae en cambio el relato de cómo la perdió y la belleza de su propio llanto. El crítico vuelve a hacer el camino de Orfeo, guiado por ese relato y por ese llanto, y trae de nuevo viva a Eurídice, para ayudarse a sí mismo y a los hombres a comprender por qué se renuevan siempre aquella pérdida, aquel relato, aquel llanto y valen para todos, y cada uno reencuentre el propio mito que vuelve a empezar".
Giacomo Debenedetti, "Autobiografía probable de una generación" (1949).
Trad: D. B.
sábado, 10 de octubre de 2020
Sobre Erich Auerbach, La cultura como política.
Publicado en Anuario de Glotopolítica, n. 2 (Buenos Aires - Nueva York: 2019)
Erich
Auerbach (2017).
La cultura como política. Escritos
del exilio sobre la historia y el futuro de Europa (1928-1947).
Ed.
de Christian Rivoletti. Traducción de Griselda Mársico
Buenos
Aires: El cuenco de plata. 216 páginas.
Reseñado
por Diego Bentivegna.
No
toda residencia en el extranjero es, en rigor, un “exilio”. El exilio presupone
algo del orden de la fuerza arbitraria de expulsión que un Estado ejerce sobre
los sujetos, y es una de las experiencias que –basta leer los trabajos sobre el
tema del historiador Enzo Traverso (2016, entre otros)- dan forma a lo largo
del siglo XX a la construcción de saberes que atraviesan los marcos nacionales,
e incluso regionales, y las tradiciones de pensamiento asociadas que se fueron desarrollando
en esos marcos, como la filología románica en los países de lengua alemana. En
definitiva, el exilio es una de las fuerzas formantes de campos de saber sobre
las lenguas y las prácticas discursivas que el siglo XX fue generando a lo
largo de su transcurso, como las literaturas comparadas o la glotopolítica, aun
por supuesto sin asignarles necesariamente esos nombres.
El
exilio del que habla el título que se ha dado a este volumen es un exilio
específico: la residencia forzada de una de las figuras más centrales de la crítica
del siglo XX, Erich Auerbach, formado en la más alta tradición de los estudios
romanísticos germanos, en un medio extraño y corrido en relación con el eje de
sus intereses: un universo lingüístico y cultural ajeno, como el mudo turco de
los años treinta y cuarenta, que vivía un profundo proceso de modernización
–que se manifiesta con fuerza en el campo de la cultura y, en especial, de la
lengua- a través de la gestión de Mustafá Kemal y del proyecto de
occidentalización que su grupo político, los jóvenes turcos, habían empezado a
esbozar a comienzos del siglo, cuando todavía existían, algunas de ellos en un
estado terminal, los grandes imperios, en uno de los cuales, el imperio alemán,
por cierto el más moderno y homogéneo del grupo, nace Erich Auerbach en 1892.
El
libro recoge una serie de artículos que hasta hace poco tiempo era
prácticamente imposible de leer en las lenguas occidentales, pero que el
paciente trabajo, el amor a la lengua y a los textos de estudiosos de la obra
de Auerbach de diferentes nacionalidades (italianos, suizos, alemanes, turcos)
permite que llegan a nosotros. Son una serie de textos que el erudito alemán
publicó durante su residencia en Estambul, que, como se sabe, se extiende entre
1934, cuando gracias a las gestiones de Leo Spitzer, que había abandonado en
1933 su cátedra en Marburgo con la llegada de Hitler al poder y había partido
hacia Turquía, y de Benedetto Croce, que ejercía desde su estudio de Nápoles la
oposición ético-política al autoritarismo fascista de Mussolini- logra un
puesto en la Facultad de Lenguas de la Universidad de Estambul, y 1947, cuando,
ya finalizada la guerra y con el reconocimiento académico que supuso la
publicación de Mimesis, su libro más
famoso -y un monumento absoluto de la cultura filológica del siglo XX-, parte
hacia los Estados Unidos, donde terminará sus días en 1957 como profesor en la
Universidad de Yale.
El
largo exilio turco de Auerbach ha sido un período que, desde posiciones
críticas como las de Emily Apter (2003), ha sido leído como un momento cardinal
del siglo para la configuración del área de estudios de las literaturas
comparadas. Recordemos la tesis de Apter. La investigadora norteamericana,
profesora en la Universidad de Nueva York, plantea que ese constitución se
produce en un doble movimiento: el de filólogos formados en una tradición
romanista -Spitzer y Auerbach-, que, por su condición de judíos, deben
abandonar sus puestos en el sistema universitario alemán para buscar nuevos
horizontes en la joven Turquía republicana de Mustafá Kemal, y el posterior
desplazamiento de ambos a los Estados Unidos, donde terminará de conformarse un
espacio ya no restringido al estudio de las literaturas europeas sino que se
piensa en un horizonte mundial. En estos traslados y en estas reconfiguraciones
del campo de los estudios literarios, el trabajo en el exilio de Auerbach
representa para Apter una dimensión todavía encerrada en los parámetros de la
tradición eurocéntrica en la que se había formado, poco interesado en la
ampliación de la literatura mundial hacia otros horizontes y, como lo revela la
correspondencia con su amigo Walter Benjamin que puede consultarse en
castellano en una edición de hace unos años de la editorial Godot de Buenos
Aires, muy crítico con respecto al clima de opresión dominante en la nueva
Turquía.
La
publicación de un volumen como el que reseñamos ahora permite complejizar la
lectura de Apter. Lo cierto es que, hasta la publicación de estos materiales, era
más bien poco lo que sabíamos sobre los escritos turcos de Auerbach. El punto
de partida de la edición son los cuatro artículos que Christian Rivoletti, el curador
de la versión alemana sobre la que realizó esta traducción el castellano,
encontró en 2006 en los archivos de la Universidad de Tubinga. Posteriormente,
gracias a la colaboración de colegas de Rivoletti estudiosos del turco y del
trabajo in situ en los archivos de
Estambul, se recogieron los doce artículos que forman parte de esta edición,
publicados en parte en italiano en una edición en 2010 en una edición a cargo
del mismo Rivoletti y de Riccardo Castellana y solo en 2014 en la lengua
materna de Auerbach.
Seis
de esos artículos reproducen conferencias que Auerbach mantuvo en la
Universidad de la ciudad del Bósforo entre 1937 y 1945. Son los textos
titulados “Literatura y guerra”, “El surgimiento de las lenguas nacionales en
la Europa del siglo XVI”, “El realismo en la Europa del siglo XIX”, “Dante”,
“Montesquieu y la idea de la libertad” y “Jean-Jacques Rousseau”. El resto de
los textos incluidos son versiones de artículos publicados en su momento en
diferentes revistas turcas, como la revista de la Casa del Pueblo de Estambul.
Se trata, en este caso, de artículos cuyos títulos evidencian la voluntad de
intervención política de Auerbach en sus años turcos, como “La influencia de
las monarquías sobre la democracia en Francia”, “Sobre Maquiavelo”, “Voltaire y
la democracia”, además del texto de presentación del número inicial de la
Revista del Instituto de Filología Románica de la Universidad de Estambul, que
comenzó a publicarse en 1947, cuando Auerbach estaba ya partiendo hacia los
Estados Unidos. Se incluye, finalmente, un artículo muy breve dedicado a
Benedetto Croce, publicado en francés en el periódico La Turquie.
Pese
a su brevedad, el texto dedicado al filósofo italiano es altamente significativo
para pensar las solidaridades intelectuales, las filiaciones teóricas y, en
definitiva -para retomar la categorización de Michel Löwy (1997)-, las
“afinidades electivas” potenciadas por Auerbach durante su exilio turco. El
artículo cierra la compilación. Ocupa ese lugar, es cierto, no por razones
estrictamente cronológicas, ya que se trata de un texto de 1943. Puede leerse
el cierre como un homenaje a una de las grandes figuras intelectuales –por
entonces Croce estaba ya al borde de sus ochenta años- que, con sus hipótesis
acerca de la fundación “sin residuos” de estética y lingüística general como un
única “ciencia de la expresión”; habían estado en el comienzo, sobre todo a
través de la mediación de un crítico un poco mayor que Auerbach como Karl
Vossler, de la renovación de los estudios lingüísticos y literarios emprendidos
por la generación de Auerbach y Spitzer, quienes se reconocerán marcados en
muchos aspectos del idealismo filosófico y del liberalismo político, críticos
de las diferentes derivas totalitarias que atraviesan el mundo en la primera
mitad del siglo. Es en Croce, en el liberalismo lingüístico que propugna en las
página de la Estética como ciencia de la
expresión y como lingüística general y en la concepción de la historia como
historia de la libertad de donde surgen muchos de los planteos de Auerbach en
relación a las articulaciones entre lenguas, prácticas literarias y política.
Hay
dos grandes grupos de problemas que Auerbach esboza en estos escritos turcos y
que confluirán en Mimesis, su obra
mayor. Por un lado, Auerbach enfatiza en estos escritos el problema del
realismo, al que le dedica una conferencia entera centrada en el siglo XIX y en
la que insiste en el corrimiento de perspectiva de una visión históricamente
atenta a los “grandes hombres” y a los sectores “altos” de la escala social
hacia una mirada que percibe sobre todo a los “comunes”, con sus diferentes
características culturales y, como lo afirmará con mayor detalle en Mimesis, sus diferentes inflexiones
lingüísticas. En la “constelación” que arma Auerbach para pensar el realismo,
las operaciones sobre las lenguas literarias que desconfiguran el sistema de
estilos codificado por la antigüedad y heredado por occidente, asumen una
dimensión evidentemente política.
El
segundo núcleo de cuestiones –esta vez directamente insertas con lo que puede
pensarse como un programa de trabajo glotopolítico- se relaciona con las
reflexiones acerca de la construcción histórica de las diferentes lenguas
nacionales. En este aspecto, en “El surgimiento de las lenguas nacionales en la
Europa del siglo XVI” Auerbach resume gran parte de los aportes de la escuela
histórica “idealista” y de la mirada con la que esta observa los fenómenos
relacionados con las lenguas. En principio, Auerbach sostiene en su artículo
una visión epistémica extrema en lo que se refiere a las relaciones entre
lenguaje y conocimiento: “Todo lo que aprendemos –afirma- se vierte en el molde
de la lengua materna. Hasta tal punto es así, que podemos preguntarnos si las
palabras nacieron del mundo exterior o si el mundo exterior nación de las
palabras” (55).
La
claridad que exige un texto divulgativo como este hace que se expliciten lo que
en textos complejos como Mímesis
aparece de una manera más oscura. Es lo que sucede, por ejemplo, con las
relaciones entre lengua y política, que raramente Auerbach hace explícitas pero
que el lector puede desentrañar, sin demasiada dificultad, en sus textos. Al
ser el medio de expresión no solo de un individuo, sino también de un pueblo,
el lazo más fuerte que garantiza la unidad de una sociedad es la lengua materna
compartida. Hay materiales textuales que operan como instancia de puesta en un
plano consciente de la pertenencia a una lengua común y, en consecuencia, a una
cultura compartida, relativamente homogénea: son los grandes monumentos
literarios en los que un determinado pueblo se reconoce, “fijado por escrito,
conocido por todos” (57). En definitiva, la función histórica de esos grandes
monumentos literarios es, al mismo tiempo, lingüística –en la medida en que
legitima una variedad, que puede ser una variedad puramente literaria- como
lengua compartida, y una función política, que en principio consolida la
delimitación de un pueblo determinado y, eventualmente, según los avatares
históricos, de una determinada nación.
Existen
dos aspectos más que me parece importante rescatar en la dimensión política de
las lenguas que registra Auerbach en su conferencia y que pueden ser vistos
como posicionamientos políticos. En primer lugar, Auerbach habla de algo tal
–ignoro cuál es la expresión turca que las traducciones occidentales vierten de
esta manera- como una “hegemonía cultural”. Es un término que, por supuesto,
convoca la memoria de la acuñación idéntica que presenta Gramsci en sus
escritos de la cárcel. Algo que alimenta la relación entre el pensamiento
político gramsciano y el pensamiento filológico de Auerbach es justamente la
elaboración de una teoría explícitamente política del lenguaje que, en gran
parte, se nutre de fuentes análogas a las que alimentan las operaciones de
Auerbach, del idealismo lingüístico croceano, al que aludimos, a las críticas a
la tradición positivista que llevan adelante en Italia Matteo Bartoli –el
maestro en lingüística de Gramsci- y, en ámbito alemán, Hugo Schuchardt y Karl
Vossler. En todo caso, lo se desprende del textos de Auerbach es que la
historia política de una lengua debe pensarse en relación con procesos políticos
amplios, que van más allá de una mera historia lingüística interna.
Son
procesos culturales y sociales que permite dar cuenta de situaciones complejas,
en las que articulación entre pueblo, lengua y nación aparece en algún punto puesta
en cuestión. Es lo que sucede, por ejemplo, con la persistencia de la lengua
latina que continúa funcionando como lengua de prestigio aun cuando la realidad
política en la que había operado, el imperio romano, había desaparecido como
tal. Auerbach enfatiza así, en relación con un caso histórico concreto, la
cuestión del “prestigio” lingüístico, problema que ocupa un lugar importante en
la reflexión sobre el lenguaje en teóricos contemporáneos de Auerbach
preocupados por las implicancias históricas –y más específicamente, culturales-
de los fenómenos lingüísticos. Pensemos en Hugo Schuchardt. O pensemos en una
figura como la del filólogo italiano Benvenuto Terracini, refugiado -cuando
Auerbach escribe estos textos- en Tucumán, donde resume y al mismo tiempo
repotencia sus reflexiones sobre las relaciones entre lengua, cultura,
traducción e historia.
Por
otro lado, y en conexión siempre con la cuestión general de la hegemonía cultural, Auerbach subraya, a
partir de una serie de observaciones sobre el caso francés y los diferentes
proyectos de reforma “desde arriba” que se registran desde el Renacimiento
hasta la Ilustración, las dificultades con las que se enfrentará un proyecto de
reforma de una lengua nacional pensada de manera unilateral como política de
Estado, como la que estaba implementado el estado turco. “La fuente de una
lengua literaria en verdad es la lengua que habla el pueblo, y es la lengua del
pueblo la que define la necesidad, el momento y la duración de las reformas”,
afirma Auerbach en el cierre de su texto (70). La huella, otra vez, es la del
liberalismo lingüístico que Croce sostiene en el último capítulo de la Estética
y del que Gramsci se apropiara de manera crítica para mostrar sus limitaciones,
pero también para criticar las políticas lingüísticas –y, en general, culturales-
que se piensan tan solo como políticas unilaterales de Estado. La hegemonía que convocan desde sus
respectivos exilios, en Estambul y en la cárcel fascista, Auerbach y Gramsci,
en definitiva, nombra la heterogeneidad constitutiva de los objetos culturales
y, en un mismo gesto, las limitaciones de una política dirigista que pretende
instalar la homogeneidad sin fisuras de lo real.
En
la construcción de su propia actividad crítica que Auerbach lleva adelante en
el epílogo de Mimesis, el exilio
turco es visto como condición que posibilita un proyecto panorámico y
totalizador como el que presenta esa obra. Son líneas que, indudablemente, contribuyen
a la construcción del ideologema auerbachiano del exilio, que será recogido y
potenciado por uno de sus herederos, Edward Said, en un escrito que hoy forma
parte de la más reciente edición en castellano de la obra.
Sin
embargo, desde hace tiempo se ha venido complejizando la visión de un exilio
turco como una residencia en una terra
aliena, en una especie de páramo cultural. Lejos de estar aislado de todo
contacto con colegas europeos con los que dialogar y confrontar posiciones,
Auerbach podía encontrar en Turquía colegas tan interesantes como el filósofo
Hans Reichenbach o el filólogo clásico Georg Rhode, el músico Paul Hindemith
(fundador del Conservatorio de Estado de Ankara) o el arquitecto Bruno Taut,
que luego de participar del expresionismo había sido uno de los propulsores de
la renovación de la arquitectura alemana en los años diez del siglo y que en
los veinte impulsó la construcción de los innovadores barrios obreros de
Berlín, la ciudad natal de Auerbach. En todo caso, en el laboratorio teórico de
su exilio, en diálogo implícito o explícito con otras experiencias de destierro
y con otras construcciones contemporáneas de pensamiento, los textos reunidos
en este volumen muestran cómo Auerbach participa de un clima de época en el que
se encuentran las semillas de una reflexión no solo histórica, no solo
cultural, sino también política sobre las lenguas y sus monumentos literarios.
Fuentes citadas:
Apter, Emily (2003). “Global Translatio: The “Invention” of Comparative Literature,
Istanbul”, 1933. En:
Critical Inquiry, vol 29, n. II. Pp.
253-281.
Auerbach,
Erich y Walter Benjamin (2015). Correspondencia
1935-1937, trad.de Raúl Rodrigez Freire. Buenos Aires: Godot.
Löwy,
Michael (1997). Redención y utopía. El judaísmo
libertario en Europa Central. Un estudio de afinidad electiva, trad.
Horacio Tarcus. Buenos Aires: El cielo por asalto.
Said,
Edward (2005). Reflexiones sobre el
exilio, trad. de Rosa Gallego Blanco. Barcelona, Debate.
Traverso,
Enzo (2016). La historia como campo de
batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, trad. de Laura Fólica.
México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
martes, 6 de octubre de 2020
Modos de leer: notas tucumanas de Benvenuto Terracini sobre la prosa de Pirandello
Una nota de Benvenuto Terracini sobre Pirandello, escrita al dorso de una tarjeta de invitación a un ciclo de conferencias sobre planificación en la Universidad de Tucumán, septiembre de 1944.
La tarjeta se conserva en el Archivo de Manuscritos de Autor de la Universidad de Pavía. El texto original está en italiano y se encuentra reproducido en Guido Lucchini, 2019. La versión castellana es mía (D. B.).
"La estilización de las situaciones es clara, pero se funde con la tendencia descriptiva precedente y está más enfatizada por el cerebralismo -tal vez es eso lo que conduce a la tragedia, más Pirandelliana; pero formalmente se funda en la interpretación de la palabra, mientras la otra es la relatividad de la palabra situada en una situación determinada, opuesta a la comprensión madura: es la dialéctica del lenguaje".
domingo, 4 de octubre de 2020
viernes, 2 de octubre de 2020
Sobre el método. Carta de Leo Spitzer a Benvenuto Terracini, 1942.
Fragmento de una carta de Leo Spitzer del 25 de octubre de 1942, dirigida a
Benvenuto Terracini. En ese entonces, Spitzer
residía en Estados Unidos, y Terracini, en la Argentina, más concretamente en
Tucumán.
La carta fue redactada en francés, publicada por Maria Corti en “Una lettera di Leo Spitzer a Benvenuto Terracini”, en Studi di filologia medievali offerti a D’Arco Silvio Avalle, Milán y Nápoles Ricciardi, 1996, pp. 121-23.y se encuentra reproducida en Guido Lucchini, Tra linguistica e
stilistica. Percorsi d´autore: Spitzer, Auerbach, Terracini, Padua, Esedra,
2019, versión que consultamos para esta traducción.
Trad. de Diego Bentivegna.
(…)
Y es que yo me opuse en el fondo tanto a Vossler como a Saussure-Bally. Concretamente,
no entendí nunca en qué radica la grandeza que se ha convenido en otorgar a
Bally: ¿llegó alguna vez a esclarecer algún fenómeno, no importa cuál? Él
aplica criterios de clasificación muy externos a los fenómenos de lengua y a las
lenguas – no ha estudiado jamás desde adentro de una lengua, de un fenómeno.
Es uno de esos falsos lógicos que imponen tanto respecto a los lingüistas – y porque
él es ciego y de carácter dulce se lo declara grande…
¿Y Vossler? También él es una persona afable, de una gracia de espíritu inexpresable.
Pero, en definitiva, su gran error es el “psicologizar” el detalle lingüístico.
Y es realmente un impresionista, en estética y también en literatura.
Lo que yo querría encontrar siempre es un principio interno
que la base de (que “informa”) el todo de una lengua individual, de una
lengua en general (no lo he intentado sino de manera somera), de un fenómeno
lingüístico y literario. Vea, si le place, mi último trabajo en la revista Italica
(desgraciadamente, yo no tengo la separata) sobre ‘Language and speech in Dante’s
Pier delle Vigne”: hay allí un principio que da forma al todo, el motivo
literario y la lengua. Para encontrar ese principio se debe recurrir al método
preconizado por Schleiermacher y Dilthey, es decir al ‘philologischer Zirkelschluß’:
se extrae de algunos detalles una idea y se reaplica esa idea a los detalles, para
ver si el principio encuentra en verdad lugar en los hechos. Es lo que se debe
hacer con la obra entera de un gran poeta, con el todo de una civilización, es
el método filológico -es también el método lingüístico, piense en el etimólogo
o en el filólogo. Zirkelschluß es el más gustosamente aplicado. Pero, para
llegar a resultados probados, es necesario establecer un conjunto de
hechos, relacionar entre sí y luego hacer irrumpir un principio
espiritual informador -eso que no hizo jamás Bally, que aplica ideas que viene
de afuera, y que no hizo jamás Vossler, porque él encuentra siempre un hecho
psicológico en todo detalle. El término “innere form” está bien allí, solo que
esa “innere Form” deber ser ella misma presentada como una fuerza, una Energeia,
nunca un Ergon, geprägte Form, die lebend sich entwickelt.
(…)
Un poema de Attilio Bertolucci
Pensamientos de casa
No puedo más escribir ni vivir
si este año la nieve se disuelve
no seré su testigo impaciente
por sentir en el aire las primeras violetas.
Como si estuviese muerto me acuerdo
de nuestra primavera, de su luz
exultante que dura todo un día,
la maravilla de un día que pasa.
Tal vez a nosotros, últimos hijos de la época
impresionista no nos es dado sino
copiar lo verdadero, mientras gotea
la nieve sobre los gorriones agrupados.
Roma, 1952.
Pensieri di casa
Non posso più scrivere né vivere
se quest'anno la neve che si scioglienon mi avrà testimone impaziente
di sentire nell'aria prime viole.
Come se fossi morto mi ricordo
la nostra primavera, la sua luce
esultante che dura tutto un giorno,
la meraviglia di un giorno che passa.
Forse a noi ultimi figli dell'età
impressionista non è dato altro
che copiare dal vero, mentre sgoccia
la neve su dei passeri aggruppati.