miércoles, 28 de octubre de 2020

Lazzarato: trabajo intelectual y desigualdad

 El 11 de noviembre estaremos charlando Leonora Djament, Daniel Link y quien les habla con Maurizio Lazzarato. La cita es en el canal de Youtube de la Universidad de Tres de Febrero.

Dejo esta cita de su ensayo sobre Duchamp, para ir pensando:
"La pirámide de las desigualdades tiene, en el trabajo artístico, intelectual, inmaterial, su realización más completa y perfecta.
Aquí, la distinción entre trabajo y empleo llega a puntos no igualados en otros ámbitos. El artista (el trabajador llamado cognitivo) trabaja siempre, pero se le paga (como empleado) raramente. No solo la mayor parte del trabajo que eroga es gratuito, sino que también es "alienado", como se decía en otra época. En el sentido de que debe adecuarse a la "demanda", adaptarse al mercado y a las posibilidades que la producción cultural ofrece. Estas nuevas y variopintas profesiones son "recursos" para la urbanización, para la gentifricación, para el turismo, para la industria audiovisual, para las multinacionales de las redes sociales, para el marketing, etc. Participan así en el empobrecimiento subjetivo y no solo económico de nuestras sociedades"

Trad: D. B.

M. L: Marcel Duchamp e il rifiuto del lavoro. Milán, Temporale, 2014.



miércoles, 21 de octubre de 2020

“IL PRATO È LA CUSTODIA, IL FERETRO, L’ARCA”. NOTA SULLA POESIA DI MARIO BENEDETTI di Diego Bentivegna

 Muy emocionado, comparto este texto sobre el poeta italiano Mario Benedetti, que murió este año, víctima del virus. El artículo fue publicado en la sección de poesía de Nuovi Argomenti, la revista que en su momento dirigieron Alberto Moravia, Pier Paolo Pasolini, Attilio Bertolucci... Agradezco profundamente a Maria Borio, poeta y crítica, por la invitación a participar del homenaje a Mario Benedetti y por la traducción preciosa del texto, originalmente publicado en castellano en la antología comentada Viaggio in Italia, publicada en 2009 por iniciativa de Cecilia Romana y Marina Serrano. Aquí el texto.




http://www.nuoviargomenti.net/poesie/il-prato-e-la-custodia-il-feretro-larca-nota-sulla-poesia-di-mario-benedetti/?fbclid=IwAR3bQ5Y_qJpEIdM5RnR7G1HE20SF1hOu7CJ5evHpHm3ObtovQZg1c3wNKKY

martes, 20 de octubre de 2020

Maurizio Lazzarato, expresión vs. comunicación

 "Tomamos prestadas estas reflexiones de Mijail Bajtin quien,

a su manera, hace de la multiplicidad y de sus modalidades

de acción una apuesta política fundamental. Al mismo tiempo

que construye, a diferencia de la lingüística y de la filosofía

del lenguaje, una «ciencia de las singularidades», es

decir, una teoría «para abordar una individualidad en absoluto

reproducible como enunciado», muestra cómo el terreno

de la expresión es el lugar de una lucha, de un enfrentamiento

entre fuerzas sociales y políticas por las modalidades

de constitución y de organización.

Esta lucha puede ser definida como lucha entre el plurilingüismo

y el monolingüismo. Según Bajtin, la creación

diferencial de los agenciamientos de enunciación está animada

por fuerzas sociales y políticas que apuntan a la polifonía

y la creación de nuevas posibilidades semánticas, en lo

que él llama el plurilingüismo. Por el contrario, las prácticas

de información y de la comunicación están constituidas por

fuerzas que apuntan a la unificación, la centralización, la

homogeneización, la destrucción de la multiplicidad y de la

heterogeneidad de las palabras, de las lenguas, de las semióticas,

en lo que él llama monolingüismo. Hay que entender

entonces por monolingüismo y por plurilingüismo dos formar

diferentes de pensar y de actuar sobre la expresión de

una misma lengua o de un mismo régimen de signos.

¿Cómo se manifiestan las fuerzas que tienden al monolingüismo?

A través de la producción de normas lingüísticas.

Ahora bien, las «normas lingüísticas no son un imperativo

abstracto»,3 no son sólo represivas. Son fuerzas creativas de

la vida del lenguaje, pero de un lenguaje unificado, que

«trasciende el plurilingüismo». Crean, en el interior de una

«lengua nacional multilingüe, el núcleo lingüístico duro y

resistente del lenguaje literario oficialmente reconocido, o

bien defienden ese lenguaje ya formado contra el impulso de

un plurilingüismo creciente."



Maurizio Lazzarato, Por una política menor, Madrid, Traficantes de sueños, 2006.

Trad: P. Rodríguez.

martes, 13 de octubre de 2020

Benedetto Croce, ¿Qué cosa es una lengua?

 "Pero, ¿qué cosa es la lengua si no un serie de expresiones, cada una de las cuales aparece, del modo singular en que aparece, una sola vez? ¿Qué cosa es la lengua, sino continua, perpetua transformación? ¿Qué cosa es el Señor Uso Lingüístico sino el conjunto de palabras efectivamente pronunciadas y escritas? Forjar un uso lingüístico, que sirva como principio de comparación, ¿no es crear una ente imaginario?"



Benedetto Croce, Le categorie rettoriche e il prof. Gröber, «Flegrea», 1900, 2, pp. 83-88, poi in Problemi di estetica.

Trad: D. B.

domingo, 11 de octubre de 2020

Giacomo Debenedetti: El camino de Orfeo.


"Orfeo no vuelve a traer al mundo viva a Eurídice; trae en cambio el relato de cómo la perdió y la belleza de su propio llanto. El crítico vuelve a hacer el camino de Orfeo, guiado por ese relato y por ese llanto, y trae de nuevo viva a Eurídice, para ayudarse a sí mismo y a los hombres a comprender por qué se renuevan siempre aquella pérdida, aquel relato, aquel llanto y valen para todos, y cada uno reencuentre el propio mito que vuelve a empezar".

Giacomo Debenedetti, "Autobiografía probable de una generación" (1949).

Trad: D. B.




sábado, 10 de octubre de 2020

Sobre Erich Auerbach, La cultura como política.

 Publicado en Anuario de Glotopolítica, n. 2 (Buenos Aires - Nueva York: 2019)

Erich Auerbach (2017).

La cultura como política. Escritos del exilio sobre la historia y el futuro de Europa (1928-1947).

Ed. de Christian Rivoletti. Traducción de Griselda Mársico

Buenos Aires: El cuenco de plata. 216 páginas.

Reseñado por Diego Bentivegna.

 


No toda residencia en el extranjero es, en rigor, un “exilio”. El exilio presupone algo del orden de la fuerza arbitraria de expulsión que un Estado ejerce sobre los sujetos, y es una de las experiencias que –basta leer los trabajos sobre el tema del historiador Enzo Traverso (2016, entre otros)- dan forma a lo largo del siglo XX a la construcción de saberes que atraviesan los marcos nacionales, e incluso regionales, y las tradiciones de pensamiento asociadas que se fueron desarrollando en esos marcos, como la filología románica en los países de lengua alemana. En definitiva, el exilio es una de las fuerzas formantes de campos de saber sobre las lenguas y las prácticas discursivas que el siglo XX fue generando a lo largo de su transcurso, como las literaturas comparadas o la glotopolítica, aun por supuesto sin asignarles necesariamente esos nombres.

El exilio del que habla el título que se ha dado a este volumen es un exilio específico: la residencia forzada de una de las figuras más centrales de la crítica del siglo XX, Erich Auerbach, formado en la más alta tradición de los estudios romanísticos germanos, en un medio extraño y corrido en relación con el eje de sus intereses: un universo lingüístico y cultural ajeno, como el mudo turco de los años treinta y cuarenta, que vivía un profundo proceso de modernización –que se manifiesta con fuerza en el campo de la cultura y, en especial, de la lengua- a través de la gestión de Mustafá Kemal y del proyecto de occidentalización que su grupo político, los jóvenes turcos, habían empezado a esbozar a comienzos del siglo, cuando todavía existían, algunas de ellos en un estado terminal, los grandes imperios, en uno de los cuales, el imperio alemán, por cierto el más moderno y homogéneo del grupo, nace Erich Auerbach en 1892.

El libro recoge una serie de artículos que hasta hace poco tiempo era prácticamente imposible de leer en las lenguas occidentales, pero que el paciente trabajo, el amor a la lengua y a los textos de estudiosos de la obra de Auerbach de diferentes nacionalidades (italianos, suizos, alemanes, turcos) permite que llegan a nosotros. Son una serie de textos que el erudito alemán publicó durante su residencia en Estambul, que, como se sabe, se extiende entre 1934, cuando gracias a las gestiones de Leo Spitzer, que había abandonado en 1933 su cátedra en Marburgo con la llegada de Hitler al poder y había partido hacia Turquía, y de Benedetto Croce, que ejercía desde su estudio de Nápoles la oposición ético-política al autoritarismo fascista de Mussolini- logra un puesto en la Facultad de Lenguas de la Universidad de Estambul, y 1947, cuando, ya finalizada la guerra y con el reconocimiento académico que supuso la publicación de Mimesis, su libro más famoso -y un monumento absoluto de la cultura filológica del siglo XX-, parte hacia los Estados Unidos, donde terminará sus días en 1957 como profesor en la Universidad de Yale.

El largo exilio turco de Auerbach ha sido un período que, desde posiciones críticas como las de Emily Apter (2003), ha sido leído como un momento cardinal del siglo para la configuración del área de estudios de las literaturas comparadas. Recordemos la tesis de Apter. La investigadora norteamericana, profesora en la Universidad de Nueva York, plantea que ese constitución se produce en un doble movimiento: el de filólogos formados en una tradición romanista -Spitzer y Auerbach-, que, por su condición de judíos, deben abandonar sus puestos en el sistema universitario alemán para buscar nuevos horizontes en la joven Turquía republicana de Mustafá Kemal, y el posterior desplazamiento de ambos a los Estados Unidos, donde terminará de conformarse un espacio ya no restringido al estudio de las literaturas europeas sino que se piensa en un horizonte mundial. En estos traslados y en estas reconfiguraciones del campo de los estudios literarios, el trabajo en el exilio de Auerbach representa para Apter una dimensión todavía encerrada en los parámetros de la tradición eurocéntrica en la que se había formado, poco interesado en la ampliación de la literatura mundial hacia otros horizontes y, como lo revela la correspondencia con su amigo Walter Benjamin que puede consultarse en castellano en una edición de hace unos años de la editorial Godot de Buenos Aires, muy crítico con respecto al clima de opresión dominante en la nueva Turquía.

La publicación de un volumen como el que reseñamos ahora permite complejizar la lectura de Apter. Lo cierto es que, hasta la publicación de estos materiales, era más bien poco lo que sabíamos sobre los escritos turcos de Auerbach. El punto de partida de la edición son los cuatro artículos que Christian Rivoletti, el curador de la versión alemana sobre la que realizó esta traducción el castellano, encontró en 2006 en los archivos de la Universidad de Tubinga. Posteriormente, gracias a la colaboración de colegas de Rivoletti estudiosos del turco y del trabajo in situ en los archivos de Estambul, se recogieron los doce artículos que forman parte de esta edición, publicados en parte en italiano en una edición en 2010 en una edición a cargo del mismo Rivoletti y de Riccardo Castellana y solo en 2014 en la lengua materna de Auerbach.

Seis de esos artículos reproducen conferencias que Auerbach mantuvo en la Universidad de la ciudad del Bósforo entre 1937 y 1945. Son los textos titulados “Literatura y guerra”, “El surgimiento de las lenguas nacionales en la Europa del siglo XVI”, “El realismo en la Europa del siglo XIX”, “Dante”, “Montesquieu y la idea de la libertad” y “Jean-Jacques Rousseau”. El resto de los textos incluidos son versiones de artículos publicados en su momento en diferentes revistas turcas, como la revista de la Casa del Pueblo de Estambul. Se trata, en este caso, de artículos cuyos títulos evidencian la voluntad de intervención política de Auerbach en sus años turcos, como “La influencia de las monarquías sobre la democracia en Francia”, “Sobre Maquiavelo”, “Voltaire y la democracia”, además del texto de presentación del número inicial de la Revista del Instituto de Filología Románica de la Universidad de Estambul, que comenzó a publicarse en 1947, cuando Auerbach estaba ya partiendo hacia los Estados Unidos. Se incluye, finalmente, un artículo muy breve dedicado a Benedetto Croce, publicado en francés en el periódico La Turquie.  

Pese a su brevedad, el texto dedicado al filósofo italiano es altamente significativo para pensar las solidaridades intelectuales, las filiaciones teóricas y, en definitiva -para retomar la categorización de Michel Löwy (1997)-, las “afinidades electivas” potenciadas por Auerbach durante su exilio turco. El artículo cierra la compilación. Ocupa ese lugar, es cierto, no por razones estrictamente cronológicas, ya que se trata de un texto de 1943. Puede leerse el cierre como un homenaje a una de las grandes figuras intelectuales –por entonces Croce estaba ya al borde de sus ochenta años- que, con sus hipótesis acerca de la fundación “sin residuos” de estética y lingüística general como un única “ciencia de la expresión”; habían estado en el comienzo, sobre todo a través de la mediación de un crítico un poco mayor que Auerbach como Karl Vossler, de la renovación de los estudios lingüísticos y literarios emprendidos por la generación de Auerbach y Spitzer, quienes se reconocerán marcados en muchos aspectos del idealismo filosófico y del liberalismo político, críticos de las diferentes derivas totalitarias que atraviesan el mundo en la primera mitad del siglo. Es en Croce, en el liberalismo lingüístico que propugna en las página de la Estética como ciencia de la expresión y como lingüística general y en la concepción de la historia como historia de la libertad de donde surgen muchos de los planteos de Auerbach en relación a las articulaciones entre lenguas, prácticas literarias y política.

Hay dos grandes grupos de problemas que Auerbach esboza en estos escritos turcos y que confluirán en Mimesis, su obra mayor. Por un lado, Auerbach enfatiza en estos escritos el problema del realismo, al que le dedica una conferencia entera centrada en el siglo XIX y en la que insiste en el corrimiento de perspectiva de una visión históricamente atenta a los “grandes hombres” y a los sectores “altos” de la escala social hacia una mirada que percibe sobre todo a los “comunes”, con sus diferentes características culturales y, como lo afirmará con mayor detalle en Mimesis, sus diferentes inflexiones lingüísticas. En la “constelación” que arma Auerbach para pensar el realismo, las operaciones sobre las lenguas literarias que desconfiguran el sistema de estilos codificado por la antigüedad y heredado por occidente, asumen una dimensión evidentemente política.

El segundo núcleo de cuestiones –esta vez directamente insertas con lo que puede pensarse como un programa de trabajo glotopolítico- se relaciona con las reflexiones acerca de la construcción histórica de las diferentes lenguas nacionales. En este aspecto, en “El surgimiento de las lenguas nacionales en la Europa del siglo XVI” Auerbach resume gran parte de los aportes de la escuela histórica “idealista” y de la mirada con la que esta observa los fenómenos relacionados con las lenguas. En principio, Auerbach sostiene en su artículo una visión epistémica extrema en lo que se refiere a las relaciones entre lenguaje y conocimiento: “Todo lo que aprendemos –afirma- se vierte en el molde de la lengua materna. Hasta tal punto es así, que podemos preguntarnos si las palabras nacieron del mundo exterior o si el mundo exterior nación de las palabras” (55).

La claridad que exige un texto divulgativo como este hace que se expliciten lo que en textos complejos como Mímesis aparece de una manera más oscura. Es lo que sucede, por ejemplo, con las relaciones entre lengua y política, que raramente Auerbach hace explícitas pero que el lector puede desentrañar, sin demasiada dificultad, en sus textos. Al ser el medio de expresión no solo de un individuo, sino también de un pueblo, el lazo más fuerte que garantiza la unidad de una sociedad es la lengua materna compartida. Hay materiales textuales que operan como instancia de puesta en un plano consciente de la pertenencia a una lengua común y, en consecuencia, a una cultura compartida, relativamente homogénea: son los grandes monumentos literarios en los que un determinado pueblo se reconoce, “fijado por escrito, conocido por todos” (57). En definitiva, la función histórica de esos grandes monumentos literarios es, al mismo tiempo, lingüística –en la medida en que legitima una variedad, que puede ser una variedad puramente literaria- como lengua compartida, y una función política, que en principio consolida la delimitación de un pueblo determinado y, eventualmente, según los avatares históricos, de una determinada nación.

Existen dos aspectos más que me parece importante rescatar en la dimensión política de las lenguas que registra Auerbach en su conferencia y que pueden ser vistos como posicionamientos políticos. En primer lugar, Auerbach habla de algo tal –ignoro cuál es la expresión turca que las traducciones occidentales vierten de esta manera- como una “hegemonía cultural”. Es un término que, por supuesto, convoca la memoria de la acuñación idéntica que presenta Gramsci en sus escritos de la cárcel. Algo que alimenta la relación entre el pensamiento político gramsciano y el pensamiento filológico de Auerbach es justamente la elaboración de una teoría explícitamente política del lenguaje que, en gran parte, se nutre de fuentes análogas a las que alimentan las operaciones de Auerbach, del idealismo lingüístico croceano, al que aludimos, a las críticas a la tradición positivista que llevan adelante en Italia Matteo Bartoli –el maestro en lingüística de Gramsci- y, en ámbito alemán, Hugo Schuchardt y Karl Vossler. En todo caso, lo se desprende del textos de Auerbach es que la historia política de una lengua debe pensarse en relación con procesos políticos amplios, que van más allá de una mera historia lingüística interna.

Son procesos culturales y sociales que permite dar cuenta de situaciones complejas, en las que articulación entre pueblo, lengua y nación aparece en algún punto puesta en cuestión. Es lo que sucede, por ejemplo, con la persistencia de la lengua latina que continúa funcionando como lengua de prestigio aun cuando la realidad política en la que había operado, el imperio romano, había desaparecido como tal. Auerbach enfatiza así, en relación con un caso histórico concreto, la cuestión del “prestigio” lingüístico, problema que ocupa un lugar importante en la reflexión sobre el lenguaje en teóricos contemporáneos de Auerbach preocupados por las implicancias históricas –y más específicamente, culturales- de los fenómenos lingüísticos. Pensemos en Hugo Schuchardt. O pensemos en una figura como la del filólogo italiano Benvenuto Terracini, refugiado -cuando Auerbach escribe estos textos- en Tucumán, donde resume y al mismo tiempo repotencia sus reflexiones sobre las relaciones entre lengua, cultura, traducción e historia.

Por otro lado, y en conexión siempre con la cuestión general de la hegemonía cultural, Auerbach subraya, a partir de una serie de observaciones sobre el caso francés y los diferentes proyectos de reforma “desde arriba” que se registran desde el Renacimiento hasta la Ilustración, las dificultades con las que se enfrentará un proyecto de reforma de una lengua nacional pensada de manera unilateral como política de Estado, como la que estaba implementado el estado turco. “La fuente de una lengua literaria en verdad es la lengua que habla el pueblo, y es la lengua del pueblo la que define la necesidad, el momento y la duración de las reformas”, afirma Auerbach en el cierre de su texto (70). La huella, otra vez, es la del liberalismo lingüístico que Croce sostiene en el último capítulo de la Estética y del que Gramsci se apropiara de manera crítica para mostrar sus limitaciones, pero también para criticar las políticas lingüísticas –y, en general, culturales- que se piensan tan solo como políticas unilaterales de Estado. La hegemonía que convocan desde sus respectivos exilios, en Estambul y en la cárcel fascista, Auerbach y Gramsci, en definitiva, nombra la heterogeneidad constitutiva de los objetos culturales y, en un mismo gesto, las limitaciones de una política dirigista que pretende instalar la homogeneidad sin fisuras de lo real.

En la construcción de su propia actividad crítica que Auerbach lleva adelante en el epílogo de Mimesis, el exilio turco es visto como condición que posibilita un proyecto panorámico y totalizador como el que presenta esa obra. Son líneas que, indudablemente, contribuyen a la construcción del ideologema auerbachiano del exilio, que será recogido y potenciado por uno de sus herederos, Edward Said, en un escrito que hoy forma parte de la más reciente edición en castellano de la obra.

Sin embargo, desde hace tiempo se ha venido complejizando la visión de un exilio turco como una residencia en una terra aliena, en una especie de páramo cultural. Lejos de estar aislado de todo contacto con colegas europeos con los que dialogar y confrontar posiciones, Auerbach podía encontrar en Turquía colegas tan interesantes como el filósofo Hans Reichenbach o el filólogo clásico Georg Rhode, el músico Paul Hindemith (fundador del Conservatorio de Estado de Ankara) o el arquitecto Bruno Taut, que luego de participar del expresionismo había sido uno de los propulsores de la renovación de la arquitectura alemana en los años diez del siglo y que en los veinte impulsó la construcción de los innovadores barrios obreros de Berlín, la ciudad natal de Auerbach. En todo caso, en el laboratorio teórico de su exilio, en diálogo implícito o explícito con otras experiencias de destierro y con otras construcciones contemporáneas de pensamiento, los textos reunidos en este volumen muestran cómo Auerbach participa de un clima de época en el que se encuentran las semillas de una reflexión no solo histórica, no solo cultural, sino también política sobre las lenguas y sus monumentos literarios.

 

Fuentes citadas:

 

Apter, Emily (2003). “Global Translatio: The “Invention” of Comparative Literature, Istanbul”, 1933. En: Critical Inquiry, vol 29, n. II. Pp. 253-281.

Auerbach, Erich y Walter Benjamin (2015). Correspondencia 1935-1937, trad.de Raúl Rodrigez Freire. Buenos Aires: Godot.

Löwy, Michael (1997). Redención y utopía. El judaísmo libertario en Europa Central. Un estudio de afinidad electiva, trad. Horacio Tarcus. Buenos Aires: El cielo por asalto.

Said, Edward (2005). Reflexiones sobre el exilio, trad. de Rosa Gallego Blanco. Barcelona, Debate.

Traverso, Enzo (2016). La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, trad. de Laura Fólica. México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

martes, 6 de octubre de 2020

Modos de leer: notas tucumanas de Benvenuto Terracini sobre la prosa de Pirandello

 Una nota de Benvenuto Terracini sobre Pirandello, escrita al dorso de una tarjeta de invitación a un ciclo de conferencias sobre planificación en la Universidad de Tucumán, septiembre de 1944.

La tarjeta se conserva en el Archivo de Manuscritos de Autor de la Universidad de Pavía. El texto original está en italiano y se encuentra reproducido en Guido Lucchini, 2019. La versión castellana es mía (D. B.).


"La estilización de las situaciones es clara, pero se funde con la tendencia descriptiva precedente y está más enfatizada por el cerebralismo -tal vez es eso lo que conduce a la tragedia, más Pirandelliana; pero formalmente se funda en la interpretación de la palabra, mientras la otra es la relatividad de la palabra situada en una situación determinada, opuesta a la comprensión madura: es la dialéctica del lenguaje".




domingo, 4 de octubre de 2020

viernes, 2 de octubre de 2020

Sobre el método. Carta de Leo Spitzer a Benvenuto Terracini, 1942.

 

Fragmento de una carta de Leo Spitzer del 25 de octubre de 1942, dirigida a Benvenuto Terracini.  En ese entonces, Spitzer residía en Estados Unidos, y Terracini, en la Argentina, más concretamente en Tucumán.

La carta fue redactada en francés, publicada por Maria Corti en “Una lettera di Leo Spitzer a Benvenuto Terracini”, en Studi di filologia medievali offerti a D’Arco Silvio Avalle, Milán y Nápoles Ricciardi, 1996, pp. 121-23.y se encuentra reproducida en Guido Lucchini, Tra linguistica e stilistica. Percorsi d´autore: Spitzer, Auerbach, Terracini, Padua, Esedra, 2019, versión que consultamos para esta traducción.

 

Trad. de Diego Bentivegna.

 

 

 

(…)

Y es que yo me opuse en el fondo tanto a Vossler como a Saussure-Bally. Concretamente, no entendí nunca en qué radica la grandeza que se ha convenido en otorgar a Bally: ¿llegó alguna vez a esclarecer algún fenómeno, no importa cuál? Él aplica criterios de clasificación muy externos a los fenómenos de lengua y a las lenguas – no ha estudiado jamás desde adentro de una lengua, de un fenómeno. Es uno de esos falsos lógicos que imponen tanto respecto a los lingüistas – y porque él es ciego y de carácter dulce se lo declara grande…

¿Y Vossler? También él es una persona afable, de una gracia de espíritu inexpresable. Pero, en definitiva, su gran error es el “psicologizar” el detalle lingüístico. Y es realmente un impresionista, en estética y también en literatura.

Lo que yo querría encontrar siempre es un principio interno que la base de (que “informa”) el todo de una lengua individual, de una lengua en general (no lo he intentado sino de manera somera), de un fenómeno lingüístico y literario. Vea, si le place, mi último trabajo en la revista Italica (desgraciadamente, yo no tengo la separata) sobre ‘Language and speech in Dante’s Pier delle Vigne”: hay allí un principio que da forma al todo, el motivo literario y la lengua. Para encontrar ese principio se debe recurrir al método preconizado por Schleiermacher y Dilthey, es decir al ‘philologischer Zirkelschluß’: se extrae de algunos detalles una idea y se reaplica esa idea a los detalles, para ver si el principio encuentra en verdad lugar en los hechos. Es lo que se debe hacer con la obra entera de un gran poeta, con el todo de una civilización, es el método filológico -es también el método lingüístico, piense en el etimólogo o en el filólogo. Zirkelschluß es el más gustosamente aplicado. Pero, para llegar a resultados probados, es necesario establecer un conjunto de hechos, relacionar entre sí y luego hacer irrumpir un principio espiritual informador -eso que no hizo jamás Bally, que aplica ideas que viene de afuera, y que no hizo jamás Vossler, porque él encuentra siempre un hecho psicológico en todo detalle. El término “innere form” está bien allí, solo que esa “innere Form” deber ser ella misma presentada como una fuerza, una Energeia, nunca un Ergon, geprägte Form, die lebend sich entwickelt.

(…)

 



Un poema de Attilio Bertolucci

 


Pensamientos de casa


No puedo más escribir ni vivir

si este año la nieve se disuelve

no seré su testigo impaciente

por sentir en el aire las primeras violetas.


Como si estuviese muerto me acuerdo

de nuestra primavera, de su luz

exultante que dura todo un día,

la maravilla de un día que pasa.


Tal vez a nosotros, últimos hijos de la época

impresionista no nos es dado sino

copiar lo verdadero, mientras gotea

la nieve sobre los gorriones agrupados.

                                            Roma, 1952.



Pensieri di casa


Non posso più scrivere né vivere

se quest'anno la neve che si scioglie
non mi avrà testimone impaziente
di sentire nell'aria prime viole.


Come se fossi morto mi ricordo
la nostra primavera, la sua luce
esultante che dura tutto un giorno,
la meraviglia di un giorno che passa.


Forse a noi ultimi figli dell'età
impressionista non è dato altro
che copiare dal vero, mentre sgoccia
la neve su dei passeri aggruppati.
                                Roma, 1952.


Del libro La capanna indiana, 1955.

Versión de Diego Bentivegna.

Attilio Bertolucci nació en Parma en 1911 y murió en Roma en el 2000.