El
puerto sepultado
Mariano, 29 de junio de 1916
Acá
llega el poeta
y
después vuelve a la luz con sus cantos
y
los dispersa
De
esta poesía
me
queda
esa
nada
de
inexpresable secreto
De La Alegría.
Versión: D. B.
"si no hay perturbación, no corresponde que haya deseo de conservarse ni temor de perderse".
El
puerto sepultado
Mariano, 29 de junio de 1916
Acá
llega el poeta
y
después vuelve a la luz con sus cantos
y
los dispersa
De
esta poesía
me
queda
esa
nada
de
inexpresable secreto
De La Alegría.
Versión: D. B.
En memoria
Locvizza, 30 de septiembre
de 1916
Se llamaba
Moammed Sceab
Descendiente
de emires de nómades
suicida
porque ya no tenía
Patria
Amó a Francia
y cambio de nombre
Fue Marcel
pero no era Francés
y ya no sabía vivir
en la tienda de los suyos
donde se escucha la
cantinela
del Corán
degustando un café
Y no sabía
deshacer
el canto
de su abandono
Lo he acompañado
junto a la patrona del
albergue
donde vivíamos
en París
del número 5 de la rue des
Carmes
marchito callejón en
descenso
Reposa
en el cementerio de Ivry
suburbio que parece
siempre
en un día
de una
descompuesta feria
Y tal vez sólo yo
sé todavía
Huyó la manada sola de
las palmeras
y la luna
infinita sobre
áridas noches
La noche más
cerrada
lúgubre tortuga
oscila
Un color no dura
La perla ebria de
la duda
ya bate la aurora y
a sus pies
momentáneos
la braza
Pululan ya gritos
de un viento nuevo
Panales nacen en
los montes
de perdidas fanfarrias
Vuelvan antiguos
espejos
ustedes bordes
celados de agua
Y
mientras ya
cortantes
los retoños de la
alta nieve bordean
la vista
acostumbrada a mis viejos
en el claro calmo
se alinean las
velas
O Patria toda época
tuya
se ha despertado en
mi sangre
Segura avanzas y cantas
sobre un mar hambriento
Eugenio Montale
Cuando de pronto San Martín declina
sus brazas y las atiza en el fondo del sombrío
horno del Ontario,
chasquidos de piñas verdes entre las cenizas
y el humo de una infusión de amapolas
y el Rostro ensangrentado del sudario
que me separa de ti;
esto y poco más (si poco
es un signo tuyo, un guiño, en la lucha
que me empuja hacia un osario, hombros
en el muro, donde zafiros celestes
y palmeras y cigüeñas sobre una pata no cierran
la atroz vista el pobre
Nestoriano perdido);
es todo los que de ti llega del naufragio
de mis gentes, de las tuyas, ahora que un fuego
de hielo trae a la memoria el suelo
que es tuyo y que no viste; y otro rosario
no tengo entre los dedos; no otra llama
sino esta, de resina y de bayas
te ha arrollado.
***
Corazón de los otros no es parecido al tuyo,
el lince no se parece al bello gato atigrado
que acecha al colibrí en el laurel;
pero los sientes tus iguales si te aventuras
por fuera de la sombra del sicomoro
¿o es tal vez esa máscara en el paño blanco,
esa efigie de púrpura la que te ha guiado?
Porque tu obra (que de la Suya
es una forma) florece en otras luces
Iris del Canaan te disolviste
en ese nimbo de muérdago y acebo
que tu corazón conduce
en la noche del mundo, más allá del espejismo
de las flores del desierto, tus hermanas.
Si apareces, aquí vuelves a estar, bajo la pérgola
de las vides desnudas, junto al embarcadero
de nuestro río -y la balsa no regresa,
el sol de San Martín se destiñe, negro.
Pero si vuelves no eres tú, ha cambiado
tu historia terrena, no esperas
en el barco la proa,
no tienes miradas, ni ayer ni mañana
porque Su obra (que en la tuya
se transforma) debe ser continuada.
De La bufera e altro, 1956.
Trad: Diego Bentivegna
Iride
Quando di colpo San Martino smotta
le sue braci e le attizza in fondo al cupo
fornello dell’Ontario,
schiocchi di pigne verdi fra la cenere
o il fumo d’un infuso di papaveri
e il Volto insanguinato sul sudario
che mi divide da te;
questo e poco altro (se poco
è un tuo segno, un ammicco, nella lotta
che me sospinge in un ossario, spalle
al muro, dove zàffiri celesti
e palmizi e cicogne su una zampa non chiudono
l’atroce vista al povero
Nestoriano smarrito);
è quanto di te giunge dal naufragio
delle mie genti, delle tue, or che un fuoco
di gelo porta alla memoria il suolo
ch’è tuo e che non vedesti; e altro rosario
fra le dita non ho, non altra vampa
se non questa, di resina e di bacche,
t’ha investito.
*
Cuore d’altri non è simile al tuo,
la lince non somiglia al bel soriano
che apposta l’uccello mosca sull’alloro;
ma li credi tu eguali se t’avventuri
fuor dell’ombra del sicomoro
o è forse quella maschera sul drappo bianco,
quell’effigie di porpora che t’ha guidata?
Perché l’opera tua (che della Sua
è una forma) fiorisse in altre luci
Iri del Canaan ti dileguasti
in quel nimbo di vischi e pungitopi
che il tuo cuore conduce
nella notte nel mondo, oltre il miraggio
dei fiori del deserto, tuoi germani.
Se appari, qui mi riporti, sotto la pergola
di viti spoglie, accanto all’imbarcadero
del nostro fiume – e il burchio non torna indietro,
il sole di San Martino si stempera, nero.
Ma se ritorni non sei tu, è mutata
la tua storia terrena, non attendi
al traghetto la prua,
non hai sguardi, né ieri né domani;
perché l’opera Sua (che nella tua
si trasforma) dev’esser continuata.