miércoles, 18 de junio de 2025

Manifiestos

 Cien años después, leo que se retoma el Manifiesto de los intelectuales antifascistas de 1925. Sería bueno que se recordara que la réplica de los intelectuales "no fascistas" fue redactada e impulsado por Benedetto Croce, una de las figuras de pensamiento más relevantes de la primera mitad del siglo XX. Lejos del marxismo y de las posturas de izquierda, Croce era básicamente un gran señor liberal, un teórico del liberalismo como postura vital. De ahí, tal vez, su presencia en Sur. Gran parte de Borges no se entiende sin Croce, ojo, y Croce, sin quererlo, explica la facilidad de las lecturas europeas, sobre todo en Italia, del argentino. Tampoco se entiende a Gramsci sin Croce.

El texto era, además, la respuesta a la carta de los intelectuales que sostenían a Mussolini, redactada por Giovanni Gentile, examigo de Croce y seguramente el filósofo italiano más potente de la época (Negri dice algo así: a principios de siglo, estaba Husserl, estaba Bergson, estaba Gentile) y la figura intelectual más prominente y reconocida (también por sus opositores) del régimen.
Gentile, además, fue un lector muy inteligente de Marx, reconocido incluso por Lenin. Veía, además, en el fascismo la culminación del proceso histórico y político del Risorgimento, por el que Italia había logrado la unidad en el siglo XIX y había iniciado su historia como nación independiente y soberana. Mondolfo, bastante maltratado por Gramsci y refugiado en la Argentina luego de la implementación de la legislación antisemita en 1938, reconoció en varias oportunidades el sostén de Gentile. En fin. Nada es lineal.



lunes, 9 de junio de 2025

Filología y opinión


Filología: leer lentamente, atender al texto, a sus voces y a sus respiros, a sus puntos y a sus silencios. No llenarlos, sino escucharlos.
Quitarles, en lo posible, la hojarasca, la interpretación mediática, con su violencia de sentido y su voluntad de encontrar en los textos aquello que se quiere encontrar. Opacar la otra voz, la voz otra, que los habita.
Estoy revisando bibliografía para trabajar algunos textos de Primo Levi.
Encuentro varios errores, atribuibles, en parte, a momentos donde la filología se opaca.
Judith Butler, por ejemplo, en su artículo "Primo Levi y el presente", que forma parte del volumen "¿A quién le pertenece Kafka?" publicado hace un tiempo por la editorial Palinodia de Santiago de Chile repone la siguiente, supuesta cita de un artículo de Levi:
"Todos son el judío de alguien. Y hoy por hoy los palestinos son los judíos de Israel".
Bien, la frase pude ser justa o no, pero lo cierto es que esa no es una frase de Levi.
Levi escribió, sí, "Todos son el judío de alguien". "Ognuno é l´ebreo di qualcuno". Cada uno es el judío de alguien.
Cada uno es otro de otro uno. Algo así.
No es, en rigor, una frase fácilmente asignable a él, sino tal vez a alguno los personajes de la novela en la que aparece, Si no ahora, cuando, de 1982, que narra un episodio de resistencia armada de partisanos judíos en Bielorrusia. La frase sigue, sin embargo, sin ninguna referencia a Palestina y a los palestinos, sino a las poblaciones de Europa centro-oriental, concretamente a los polacos, de quienes se dice que en ese momento del relato son los judíos de alemanas y de rusos. Alude a las políticas destructivas contra la nación polaca, implementadas con odio y rigor por ambos totalitarismos.
La fuente del error de Butler es un artículo del diario Il manifesto, un periódico que yo sigo con atención, que en un artículo sobre Levi, también de 1982, repone la frase correcta de Levi, con todas las comillas del caso. El comentario sobre los palestinos es un agregado del autor de la nota. Eso está bien claro. El problema que el enunciado empezó a circular sin las comillas, atribuido directamente a Levi, lo cual es una monstruosidad filológica. Una monstruosidad iniciada con la publicación de la cita defectuosa nada menos que en el New Yorker.
Al parecer, muchos críticos y pensadores leen más el New Yorker y a aquellos que citan el New Yorker, acaso sin saberlo, que las fuentes en las que en teoría trabajan.
Levi pensó en varios momentos de su vida la fundación del Estado de Israel, la relación con el mundo árabe y, en especial, con los palestinos. Comprendió y entendió la necesidad de la fundación de un estado judío, y fue también un crítico certero y furibundo de sus políticas, sobre todo a partir de 1967, hasta que en un momento, un poco cansado de las apropiaciones mediáticas (antes de la idiotización generalizada de Internet y las redes) decidió no hablar más del tema.
Pero nunca pronunció esa frase.
Como decía Karl Kraus, más o menos, poner bien las comas, en este caso las comillas, es una cuestión ética, responsable y profunda.
A quien le interese el tema: en el sitio de la Fundación Primo Levi hay un artículo de Doménico Scarpa que trata específicamente este caso.




D.B.

https://www.primolevi.it/sites/default/files/documenti-correlati/Scarpa-%20Soave%20Sole%2024%20ore%20.pdf?fbclid=IwY2xjawKztQxleHRuA2FlbQIxMQBicmlkETFRbW5INHhXRmlicVZzYVo0AR6g8lJieXPnZwL1svbZ6JvMTDTg3nRxeINfDw8v5Bcx7p7jl7DG90bMQCqNLg_aem_Gwy0WtlPRdkP2D-RwXt-HA

sábado, 31 de mayo de 2025

Giorgio Agamben, Idea de la única

 

De algunas carpetas empolvadas de Schlemihl, esta traducción de un texto de Agamben sobre Celan, Dante e così via.

PD 2025: Versión corregida. 








En 1961, en ocasión de una encuesta del librero Flinker de París sobre el problema del bilingüismo, Paul Celan respondió lo siguiente:


No creo en el bilingüismo en poesía. Una lengua doble, sí, existe, incluso en muchas obras de arte contemporáneo, especialmente en aquellas que saben ponerse de acuerdo convenientemente con el consumo cultural de turno, tanto políglota como polícromo.
La poesía es la unicidad destinal [destinale] del lenguaje. No, por lo tanto, –permítaseme esta verdad banal, hoy que la poesía, como la verdad, se esfuma a menudo en la banalidad-, no, por lo tanto, la duplicidad.

En un poeta judío de lengua alemana, nacido y criado en una región, la Bucovina, donde se hablaban corrientemente, además del yidish, al menos cuatro lenguas, esta respuesta no podía haber sido dada a la ligera. Cuando, apenas terminada la guerra, en Bucarest, sus amigos, con el objeto de convencerlo en transformarse en un poeta rumano (se conservan, de este período, sus poesías escritas en rumano), le recordaban que no habría debido escribir en la lengua de los asesinos de sus padres, muertos en un campo de concentración nazi, Celan respondía simplemente: “Sólo en la lengua materna se puede decir la verdad. En una lengua extranjera, el poeta miente”.
¿Qué clase de experiencia de la unicidad de la lengua se ponía en cuestión aquí según el poeta? No simplemente, por cierto, la de un monolingüismo que usa a la lengua materna excluyendo a las otras, pero en el mismo plano que éstas. Más bien, es pertinente aquí esa experiencia que Dante tenía en mente cuando escribía, sobre el hablar materno, que éste “uno e solo è prima ne la mente”. Hay, en efecto, una experiencia de la lengua que presupone siempre palabras –es decir, en la que hablamos como si tuviésemos siempre palabras para la palabra, como si tuviésemos siempre una lengua incluso antes de tenerla (la lengua, que entonces hablamos no es nunca única, sino siempre doble, triple, presa de la fuga infinita de los metalenguajes); y existe otra experiencia, en la que el hombre se encuentra, por el contrario, absolutamente sin palabras frente al lenguaje. La lengua para la cual no tenemos palabras, que no finge -como lengua gramática- ser incluso antes de ser, sino que “è sola prima in tutta la mente” es nuestra lengua, es decir la lengua de la poesía.
Por ello Dante no buscaba en De vulgari eloquentia esta o aquella lengua materna elegida entre la selva dialectal de la península, sino sólo aquel vulgar ilustre que, expandiendo su perfume en cada una, no coincidía con ninguna; por ello, los provenzales conocían un género poético –el desacuerdo- que certificaba la realidad de la lengua remota sólo en el babélico decir de los múltiples idiomas. La lengua única no es una lengua. Lo único, en el que los hombres participan como en la única verdad materna posible, es decir, común, está siempre dividido: en el momento en el que alcanzan la última palabra, ellos deben tomar partido, elegir una lengua. Del mismo modo, nosotros podemos, hablando, decir sólo alguna cosa –no podemos decir únicamente la verdad, no podemos decir solamente que decimos.
Pero que el encuentro con esta única lengua, dividida e imperceptible, constituya, en este sentido, un destino, implica admitir que sólo en un momento de debilidad el poeta se ha dejado arrancar. ¿Cómo podría, en efecto, haber un destino, allí donde no hay todavía palabras significantes, allí donde no hay todavía identidad en la lengua? ¿Y en quién tendría lugar el destino si, en ese punto, todavía no somos hablantes? Nunca tan intacto, lejano y sin experiencia es el infante como cuando, en el nombre, está sin palabras frente a la lengua. El destino concierne solamente a la lengua que, frente a la infancia del mundo, jura poder encontrarla, jura tener alguna cosa que decir de ella y sobre ella, desde siempre, además del nombre, algo que decir.
Esta vana promesa de un sentido de la lengua es su destino, es decir, su gramática y su tradición. El infante que, piadosamente, recoge esa promesa y, aun mostrando la vanidad de ésta, decide, con todo, la verdad, decide acordarse de ese vacío y llenarlo, es el poeta. Pero, en ese punto, la lengua está delante de él tan sola y abandonada a sí misma, que no se impone ya de ninguna manera –más bien (son todavía palabras, tardías, del poeta) se expone, absolutamente. La vanidad de las palabras ha alcanzado aquí verdaderamente la altura del corazón.

Extraído de Giorgio Agamben, Idea della prosa, Macerata, Quodlibet, 2002, pp. 29-31. Traducción: Diego Bentivegna.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Primo Levi - El sobreviviente (poema)

 El sobreviviente


Para B. V.


                Since then at an uncertain hour.


Después de entonces, a una hora incierta,

Aquella pena regresa, 

Y si no encuentra a quien la escuche,

Le quema en el pecho el corazón. 

Vuelve a ver el rostro de sus compañeros

Lívidos en la primera luz,

Grices por el polvo del cemento,

Indistinguibles por la niebla, 

Teñidos de muerte en los sueños inquietos,.

De noche aprietan las mandíbulas

Y bajo la piedre leve de los sueños

Mastican un nabo que no está.

“Fuera de aquí, gente sumergida.

Váyanse. No he suplantado a nadie.

Nadie ha muerto en mi lugar. Nadie.

Vuelvan a sus nieblas. 

No es mi culpa si vivo y respiro

Y como y duermo y visto ropa”.


4 de febrero de 1984


Versión: D. B.











Il superstite

                            Since then, at an uncertain hour.



Dopo di allora, ad ora incerta,

Quella pena ritorna,

E se non trova chi lo ascolti

Gli brucia in petto il cuore.

Rivede i visi dei suoi compagni

Lividi nella prima luce,

Grigi di polvere di cemento,

Indistinti per nebbia,

Tinti di morte nei sonni inquieti:

A notte menano le mascelle

Sotto la mora greve dei sogni

Masticando una rapa che non c’è.

“Indietro, via di qui, gente sommersa,

Andate. Non ho soppiantato nessuno,

Non ho usurpato il pane di nessuno,

Nessuno è morto in vece mia. Nessuno.

Ritornate alla vostra nebbia.

Non è mia colpa se vivo e respiro

E mangio e bevo e dormo e vesto panni".


4 febbraio 1984


Ungaretti: "Venga del número o venga del sueño, ¿puede la belleza no ser horrenda?"

 


Rodeándolos de fiebre, sembrando el miedo a muchas millas a la redonda, el tiempo ha defendido para nosotros de la muerte el milagro de su fuerza. Esa que vemos crecer, dominar, hacerse árida, terrible, inhumana, y volverse pura a medida que nos acercamos.


Ahora que estamos cerca, sucede que una bandada de cuervos emprende el vuelo desde el templo de Poseidón; y en cuanto está en el aire, un primer cuervo lanza su graznido; los demás responden repitiendo ese grito una y otra vez. De nuevo el corifeo rasga el aire: esta vez las grajas son dos, de un tono notablemente más alto; y el coro repite los versos, acelerando el ritmo. Después, en una confusión de chillidos, desaparecen.... Puede que sea porque han anidado allí durante tantas generaciones, puede que sea casualidad, puede que sea la naturaleza de estos pájaros sombríos, pero la métrica de su canto es la del templo.



No se lo describiré. Sólo diré que, en el frente, el tímpano y las columnas dóricas nos muestran un travertino como vidrio inflamado: en el corazón de la piedra arde la luz que no consume, y brilla su sagrada indiferencia. A los lados, en cambio, está la trágica sensación de la decadencia: columnas vaciadas por largos años con los laberintos de la putrefacción; y parecen setas oxidadas, e incluso momias despojadas de sus envoltorios. Y así, dando vueltas a su alrededor, el hombre alcanza el último límite de la idea de su nada, en presencia de un arte que con su justa medida lo aplasta. Los otros dos templos, de color más apagado, de un trabajo más grácil y menos religioso, parecen, al no tener más que las columnas del perímetro en pie, viejas jaulas arrojadas allí.


(...)


Este campo pronto verá volver sus célebres rosas; Pero el cielo tiene ahora algunas rosas, y esta noche su brevedad es fulmínea.


Mirabar celerem fugitiva aetate rapinam;

Et, dum nascuntur, consenuisse rosas.


¡Oh, las cosas seductoras pasan, y la medida, que, sin piedad, las hace parecer mudables, es, en ese templo, de una impasibilidad escalofriante!



Venga del número o venga del sueño, ¿
la belleza puede no ser horrenda?



Todo lo otro que nos conmueve, no vendrá sino de la melancolía.




Giuseppe Ungaretti, "La rosa di Pesto", fechado en Salerno el 14 de mayo de 1932.


Versión: D. B.


miércoles, 30 de abril de 2025

martes, 22 de abril de 2025

Bergoglio, Francisco y la literatura

 Buenos días!

Escribí para Perfil un artículo sobre Francisco y la literatura, a partir un poco del posteo que subí ayer. Acá, el texto:
Jorge Mario Bergoglio, se sabe, fue profesor de Literatura durante un cierto período de su vida (“entre 1964 y 1965, con 28 años), cuando ejerció la docencia en el colegio jesuita de Santa Fe, uno de los más antiguos y prestigiosos del país. De hecho, hay una foto que retrata al futuro pontífice en los años 70, en el Seminario de San Miguel. Bergoglio había invitado al autor de El Aleph a charlar directamente con sus alumnos, futuros sacerdotes.
Hace menos de un año, ya en su rol de jefe máximo del catolicismo, Francisco dio a conocer una carta apostólica sobre “el papel de la literatura en la formación” que, tal vez, es uno de los últimos grandes acontecimientos en los debates por la enseñanza no solo de la literatura sino, en general, de las humanidades, como se sabe, hoy fuertemente cuestionadas por los poderes de turno.
Karol Wojtyla escribía poemas. Joseph Ratzinger fue un tratadista temible. Bergoglio, en cambio, parece sentirse más en casa en el campo de la enseñanza y de la crítica.
La carta pasa por Borges y por el teólogo Karl Rahner; pasa por los ensayos de T.S. Eliot y por las reflexiones en torno a la literatura como telescopio de Marcel Proust; pasa, sin sentirse en la necesidad de nombrarlos, por Bajtín y por Levinas; pasa por Jean Cocteau y por San Pablo y se cierra con ese otro Pablo: se cierra con Celan, el poeta judío sobreviviente de la guerra y del extermino cuya obra llevó a Adorno a revisar su famosa frase sobre la condición de la poesía después de Auschwitz.
Por supuesto, no hay que ser tan ingenuos de leer en esa carta apostólica estrictamente la posición de una persona en particular, de Bergoglio como singular, acerca de la literatura. Tampoco habría que leerla como un mensaje que apuntara de manera excluyente a la formación del sacerdocio. Por el contrario, la carta es una síntesis lograda de un apostolado acerca del lugar de la literatura y de su enseñanza que involucra a diferentes sujetos comprometidos con la formación literaria y que piensa, fundamentalmente, en el lugar de los docentes.
Lo más interesante del mensaje del Papa sobre la enseñanza de la literatura es que esta no puede entenderse ya como una práctica ligada con la difusión de una doctrina. La literatura no interesa por su adhesión a un dogma, ni por la transmisión de mensajes edificantes (tal vez la gran tara de la concepción de literatura en sectores religiosos), ni por el carácter programático asociado con la puesta en texto, con la puesta en relato o con la puesta en poema, de un saber teológico, filosófico o político. Lo que interesa de la literatura, y en este punto Bergoglio parece haber asimilado de manera potente la enseñanza de autores argentinos como el ya mencionado Jorge Luis Borges o como Leopoldo Marechal (a quien, acaso no por casualidad, nombra Cristina Fernández en la despedida del Papa que publicó hoy mismo en su cuenta personal de X), es que ella es el lugar donde se explora una voz: una forma que se persigue, que se busca, más allá de que en algún momento pueda ser efectivamente apresada, como en la caza de la lengua que postulaban, cada uno a su modo, dos fundadores de tradiciones literarias a los que Bergoglio seguramente no podía permanecer ajeno en tanto miembro de una condición “itálica” dispersa por el mundo y en tanto latinoamericano: Dante y Darío.
Papa Francisco
Pero la literatura, sostiene la carta apostólica del año pasado, no se limita a una busca de una voz propia. Es, al mismo tiempo, escucha de una alteridad: escuchar la voz de alguien es también “escuchar la voz de otro que nos interpela”. La contracara de eso que hace la literatura con sus lectores es una práctica de la voz única, de la voz monológica, donde todo remite a un plano de sentido unificado y monocorde, donde el otro es objeto de representación estereotipada, de burla, de rechazo, de conmiseración o de pena. En literatura, sostiene Bergoglio, no se trata de objetivar al otro en una identidad cómoda y fácilmente digerible, sino de desplazar la mirada hacia algo imprevisto y a menudo indeseado: ver con los ojos de los demás.
Asimismo, la literatura, al menos la literatura que parece interesarle a Bergoglio, es el lugar donde se realiza experiencia de vida. Tal vez en sintonía con algunos regresos contemporáneos a la gran tradición filológica del siglo XX, la literatura, para el papa recientemente fallecido, no opera ni en el plano de la verdad ni en el plano de la mentira, ni en el plano del reflejo ni en el plano de la pureza expresiva. No opera, sobre todo, en el plano de un juicio, ético o moral, sobre aquello con lo que la literatura trabaja, temas, situaciones o personajes. La literatura actúa, más bien, en el campo de la proyección de un saber sobre la vida, que es al mismo tiempo un saber sobre la convivencia (¿cómo vivir juntos?) y sobre las formas heterógeneas de sobrevivir. Y que es, siempre, un saber que se interroga sobre sus propias condiciones, vacilantes o precarias, que son al mismo tiempo su potencia.
En un momento, la carta de 2024 habla de la “polifonía de la revelación”: una revelación que se apoya en los cruces, las mezclas y las luchas de voces que definen una práctica, la literatura, que Bergoglio, como evidencian las citas de escritores y poetas en sus encíclicas papales, nunca había olvidado.
Enlace a la nota: https://www.perfil.com/noticias/opinion/de-borges-ts-eliot-proust-y-celan.phtml?fbclid=IwY2xjawJ0W85leHRuA2FlbQIxMQBicmlkETFjTWVaWHh4QW1Qbm5kaDdPAR7ZWAZiXO0mLzm0MD9nzlJ1pghWBPykjzXP1WX2OZvirw16WOadkkz0jYOUvg_aem_TEDW-4BcOvowSDKFDvRzbQ

lunes, 21 de abril de 2025

21 de abril

 Después de años, ayer, cuando fui a buscar a mi madre para el almuerzo de Pascua, la encontré viendo la transmisión del oficio desde la plaza San Pedro, en Roma.

Recibimos la bendición Urbi et Orbi. Se va a morir, le dije a mi madre cuando Francisco tomó, en un momento, la palabra, para dirigirse directamente a la gente reunida en la Plaza. Estaba en ese umbral.
Para nosotros estos días son muy sentidos. Hoy, 21 de abril, cumpliría años mi padre, para él el día de Pascua era un día de comunidad, de estar juntos, de compartir. Y el almuerzo, de un modo u otro, es un modo de seguir compartiendo con él y con quienes ya no están. Flores, además, el barrio donde había nacido Berboglio y donde inició su recorrido eclesiástico, también es el barrio donde se instaló mi padre y su familia cuando llegaron de Italia, en el 56, un barrio cargado para nosotros de recuerdos y de recorridos familiares (mis abuelos siguieron viviendo allí, cerca de muchos paisanos). Como San Telmo, del lado de mi madre.
Recuerdo, además, al "Oscuro de Flores", el personaje de Megafón, de Marechal, una lectura importante en la formación de Bergoglio y de generaciones más jóvenes, que fue además una de mis primeras lecturas intensas, en mi adolescencia. Cristina Fernández acaba de recordar en X que la primera vez que es reunió con el papa electo hablaron de esa novela de Marechal. El libro, no sé por qué, estaba en mi casa.
No voy a decir mucho más que esto. Bergoglio, se sabe, fue profesor de Literatura durante un período no menor de su vida e incluso llegó a dialogar personalmente con Borges y con sus alumnos, creo que en el período en que trabajó en el colegio jesuita de Santa Fe. Hace menos de un año, Francisco dio a conocer esta carta sobre enseñanza de la literatura que, desde mi punto de vista, es el gran acontecimiento de este tiempo (¿cuál será?, buena pregunta) sobre esos temas, una carta enfatiza la capacidad de la literatura para procesar las voces y las miradas de los otros y que pasa por Borges y Rahner, Eliot y Proust, Bajtín y Levinas (sin nombrarlos a todos, por supuesto) y que se cierra nada menos que con Celan, es decir, con el momento más crítico de la poesía moderna. Aca, el enlace al texto:




https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2024/08/04/240804a.html#

martes, 25 de marzo de 2025

Franco "Bifo" Berardi - El exterminio del lenguaje

 

Lo sterminio del linguaggio

Il vero è solamente un falso falso, di MARCO MAGO MAGAGNOLI/ UMANAMENTE INSOSTENIBILE di D'Elia e Nicolaus/ UN NUEVO REGIME DE VERDAD, Helga Fernandez/ PAUL GRAHAM e la fine del pensiero umano


Texto completo: https://francoberardi.substack.com/p/lo-sterminio-del-linguaggio

Hipnocracia! Jianwei Xun

 

Trump, Musk: la hipnocracia o el imperio de las fantasías

¿Están Donald Trump y Elon Musk hipnotizando al mundo? Una de las figuras más brillantes de la filosofía contemporánea de Hong Kong, Jianwei Xun, precisa el marco de una intuición, forjando una nueva noción: la «hipnocracia». ¿Qué podemos hacer frente al imperio de las fantasías?


https://legrandcontinent.eu/es/2025/01/26/trump-musk-la-hipnocracia-o-el-imperio-de-las-fantasias/

lunes, 24 de marzo de 2025

Gorgonas

 


Gorgona de Corfú, S. VI. A. C., Museo Arqueológico de Corfú


Medusa Rondonini, Copia romana de un original griego atribuido a Fidias. Gliptoteca de Múnich.
Benvenuto Cellini, Perseo (1554), Florencia, Piazza della Signoria, 


lunes, 10 de marzo de 2025

Elsa Morante, 1965. “Pro e contro la bomba atomica”

 


 

 

“Nuestra bomba es la flor, o sea, la expresión natural de nuestra sociedad contemporánea, así como los diálogos de Platón lo son de la ciudad griega; el Coliseo, de los romanos imperiales; las Madonas de Rafael, del humanismo italiano; las góndolas, de la nobleza veneciana; la tarantela, de ciertas poblaciones rústicas meridionales; y los campos de exterminio, de la cultura pequeño-burguesa burocrática infecta ya de una rabia de suicidio atómico”.

 

“…el arte es lo contrario de la desintegración. ¿Y por qué? Pero simplemente porque la razón misma del arte, su justificación, su único motivo de presencia y supervivencia, o, si se prefiere, su función, es precisamente esta: la de impedir la desintegración de la consciencia humana, en su cotidiano, y desgastante, y alienante uso con el mundo; restituirle continuamente, en la confusión irreal, y fragmentaria, y usada, las relaciones externas, la integridad de lo real, o en otras palabras, la realidad (…). La realidad es perennemente viva, encendida, actual, no se puede averiar, ni destruir, y no decae. En la realidad, la muerte no es más otro movimiento de la vida. Íntegra, la realidad es la integridad misma: en su movimiento multiforme y cambiante, inagotable -que no se podrá jamás terminar de explorar- la realidad es una, siempre una”.

 

“Contra la bomba atómica no hay sino realidad. Y la realidad no tiene necesidad de prefabricarse un lenguaje: habla por sí misma. Incluso Cristo ha dicho: no os preocupéis por aquello que diréis, o por cómo lo diréis. Es la realidad la que da vida a las palabras, y no a la inversa”.

En L'Europa Letteraria, VI, n. 34, marzo-abril de 1965 

Trad: D. B.

 


miércoles, 8 de enero de 2025

Dino Campana: La Quimera (Cantos órficos, 1914).

 Estoy viendo una película. No diré si me gusta. Se llama La Quimera. No sé si en algún momento aparecen referencias a Dino Campana y al poema de ese título, tal vez el más conocido de los suyos, que abre la serie de los Nocturnos de sus Cantos Órficos, publicados en 1914, el año terrible del comienzo de la guerra mundial. Campana había nacido en un pueblo del Apenino toscano, casi en el límite con la Emilia, en la zona de la cultura etrusca que la película explora.

Casualmente, en estos días estoy con un libro de Lawrence, un libro póstumo, sobre sus recorridos por los vestigios arqueológicos etruscos en los años veinte, en una Italia pobre y un poco triste. Son más o menos las mismas zonas que Campana, ya un poco loco, había recorrido a pie una década antes, cuando escribía los poemas de su único libro, los Cantos órficos, que llevan como agregado enigmático, en alemán, "Die Tragödie des letzten Germanen in Italien".
En todo caso, pese a que la película no me diga mucho y me empalague bastante, me trajo el poema de Campana a la memoria y me dieron ganas de volver a traducirlo.
La iconografía que sobrevuela el poema es la de Leonardo, y, en especial, la de la Virgen de las rocas.
La Quimera
Dino Campana.

No sé si entre rocas tu pálido
rostro se me apareció, o sonrisa
de lejanía ignotas
fuiste, la reclinada ebúrnea
frente brillante, o joven
hermana de la Gioconda:
o de las primeras
apagadas por tus míticas palideces
o reina o reina adolescente;
pero por tu poema
de voluptuosidad y de dolor
música muchacha exangüe,
marcada con líneas de sangre,
en el círculo de los labios sinuosos,
reina de la melodía:
pero en la cabeza virgen
reclinada, yo poeta nocturno
velé las estrellas vívidas en los piélagos del cielo,
yo por tu dulce misterio,
yo por tu devenir taciturno.
No sé si la llama pálida
fue de tus cabellos
el viviente signo de su palidez,
no sé si fue un dulce vapor,
dulce sobre mi dolor,
sonrisa de un rostro nocturno.
Miro las blancas rocas las mudas fuentes de los vientos
y la inmovilidad de los firmamentos
y los hinchados arroyos que fluyen llorando
y las sombras del trabajo humano encorvadas allá sobre las colinas frías
y todavía por claros cielos lejanos claras sombras corrientes
todavía te llamo te llamo Quimera.

lunes, 6 de enero de 2025

Appolinaire, La victoire (frag.)

 (...)


 Ô bouches l'homme est à la recherche d'un nouveau langage
    Auquel le grammairien d'aucune langue n'aura rien à dire

    Et ces vieilles langues sont tellement près de mourir
    Que c'est vraiment par habitude et manque d'audace
    Qu'on les fait encore servir à la poésie

    Mais elles sont comme des malades sans volonté
    Ma foi les gens s'habitueraient vire au mutisme
    La mimique suffit bien au cinéma

    Mais entêtons-nous à parler
    Remuons la langue
    Lançons des postillons
    On veut de nouveaux sons de nouveaux sons de nouveaux sons
    On veut des consonnes sans voyelles
    Des consonnes qui pètent sourdement
    Imitez le son de la toupie
    Laissez pétiller un son nasal et continu
    Faites claquer votre langue
    Servez-vous du bruit sourd de celui qui mange sans civilité
    Le raclement aspiré du crachement ferait aussi une belle consonne


(...)


G. A: ética y gramática

 2 de septiembre de 1979. Toda palabra puede ser considerada como palabra recibida y palabra que debe ser transmitida. De ahí el carácter ético de la relación del hombre con el lenguaje, el uso correcto de las palabras como tarea ética. Si nosotros inventáramos cada vez por nosotros mismos las palabras que proferimos, sería entonces válido mentir y cualquier otro arbitrio en relación con el lenguaje; pero las palabras nos llegan cargadas de historia humana, de "aventura" en el sentido medieval de la palabra, es decir, de dolor, de alegría, de amor y de esperanza. Debemos respetar esta infancia que se ha cerrado y destinado en las palabras -los hombres que nos han precedido podían callar, pero han decidido hablar.

La única justificación de la gramática es de naturaleza ética, no lógica ni jurídica. 


.


Giorgio Agamben, Quaderni , Volumen I, 1972-1981, Macerata, Quodlibet, 2024.

Trad: Diego Bentivegna

Imagen: Adán y Eva, catedral de Otranto, mosaicos del siglo XI: 




jueves, 2 de enero de 2025

Franz Kafka, El otro Abraham

 

A ROBERT KLOPSTOCK

 

 

 

Matliary, junio de 1921

 

 

Querido Klopstock,

 

Pabellón de reposo, con el antiguo insomnio, la antigua fiebre en los ojos, la presión en las sienes:

 

a ese respecto nunca fui escéptico, aunque sí asombrado, angustiado, con tantos interrogantes en la cabeza como mosquitos hay en este prado. En la situación más o menos de esta planta que se halla a mi do, no del todo sana, levanta sin duda la copa hacia el sol ¿quién no haría lo mismo?—, pero llena de secreta prudencia a causa de lo que ocurre en sus raíces y en su savia; algo ha sucedido allí, todavía sucede, pero ella tiene datos imprecisos, temerosos, acerca de eso y, no obstante, no puede inclinarse, arañar el suelo y comprobar sino que debe imitar a sus hermanas y mantenerse enhiesta, eso es lo que hace, pero fatigosamente.

 

Yo podría imaginarme otro Abraham, quien, ciertamente, no me remontaría hasta el patriarca, ni siquiera hasta el ropavejero, otro Abraham que estuviera preparado como un camarero para cumplir prestamente con la exigencia del sacrificio, pero que no pudiera ejecutarlo porque no puede abandonar su casa, pues él es imprescindible, los negocios lo reclaman, siempre queda algo por ordenar, la casa todavía no está lista, y sin que la casa esté lista, sin ese sustento él no puede marcharse, así lo entiende también la biblia: “él dispuso su casa” y por cierto que Abraham tenía previamente muchas cosas y en cantidad; si no hubiera tenido la casa, ¿dónde hubiera criado a su hijo, en qué viga hubiera colocado el cuchillo del sacrificio?

 

Al otro día: he meditado más aún sobre ese Abraham, pero son viejas historias, no valen la pena, sobre todo el verdadero Abraham, tenía todo desde antes, fue dirigido hacia su acción desde la niñez, no alcanzo a ver el salto. Si él ya tenía todo y sin embargo debía ser conducido toda vía más arriba, se le tenía que despojar de algo, al menos aparentemente, esto es a causa de lo otro y no constituye un salto. Muy distinto de los otros Abrahames, los más encumbrados, que están en su solar y de repente tienen que acudir al Monte Morija; si cabe, todavía no tienen un hijo y ya deben sacrificarlo. Estas son



 

 

 

 

 

 

 


imposibilidades y Sara tiene razón cuando se ríe. Sólo persiste la sospecha de que intencionadamente esos hombres no han terminado de poner a punto su casa y —para mencionar un gran ejemplo— ocultan su rostro en trilogías mágicas y así no tener que levantarlo y mirar la montaña que está a lo lejos.

 

Pero  imaginemos  otro  Abraham. Uno que quiera realizar el sacrificio con

 

absoluta justicia y que posea la templanza adecuada para tal propósito, pero que no pueda creer que él sea el elegido, él, el repugnante, viejo y su hijo, el sucio

muchacho. A él no le falta la verdadera fe, él tiene esa fe, él haría el sacrificio según el justo mandato si pudiera creer que es el elegido. Su temor es que deba partir con su hijo al igual que Abraham, pero que en el camino se convierta en Don Quijote. Al verlos el mundo se hubiera horrorizado después con Abraham, aunque él hubiese temido que el mundo se hubiera muerto de risa con el espectáculo. No es lo ridículo como tal lo que él temería —aunque en parte sí, sobre todo el reírse al unísono— sino en particular el que esa risa lo convirtiera en más viejo y repulsivo, convirtiera a su hijo en más sucio y menos digno de ser elegido. ¡Un Abraham que llega sin ser llamado! Es como si el mejor alumno hubiera de recibir solemnemente un premio a fin de año y, en el silencio que preanuncia la espera, el peor alumno, debido a un error de audición, se levantara de su sucio último banco, pasara al frente y provocara la risa de toda la clase. Y quizás no fuera un error de audición, quizás su nombre fuera realmente pronunciado, tal vez el premio al mejor fuese, de acuerdo con el criterio del maestro, al mismo tiempo un castigo al peor.

 

Terribles cosas. Suficiente.

 

 

Usted se queja de la dicha solitaria y ¿qué me dice de la desdicha solitaria? Sin duda forman un par. De Hellerau no hay noticias, me preocupa. Si Hegner

reflexiona hubiera enviado una carta de inmediato avisando que reflexiona.

¿Nuestro interés en Hellerau? Es algo indisoluble.

 

Su K.

 

(Traducción: Hugo de Gottardi)

 

Revista Escrita, Córdoba. Nro. 5, Noviembre 1983. pp. 43-52.