Filología: leer lentamente, atender al texto, a sus voces y a sus respiros, a sus puntos y a sus silencios. No llenarlos, sino escucharlos.
Quitarles, en lo posible, la hojarasca, la interpretación mediática, con su violencia de sentido y su voluntad de encontrar en los textos aquello que se quiere encontrar. Opacar la otra voz, la voz otra, que los habita.
Encuentro varios errores, atribuibles, en parte, a momentos donde la filología se opaca.
Judith Butler, por ejemplo, en su artículo "Primo Levi y el presente", que forma parte del volumen "¿A quién le pertenece Kafka?" publicado hace un tiempo por la editorial Palinodia de Santiago de Chile repone la siguiente, supuesta cita de un artículo de Levi:
"Todos son el judío de alguien. Y hoy por hoy los palestinos son los judíos de Israel".
Bien, la frase pude ser justa o no, pero lo cierto es que esa no es una frase de Levi.
Levi escribió, sí, "Todos son el judío de alguien". "Ognuno é l´ebreo di qualcuno". Cada uno es el judío de alguien.
Cada uno es otro de otro uno. Algo así.
No es, en rigor, una frase fácilmente asignable a él, sino tal vez a alguno los personajes de la novela en la que aparece, Si no ahora, cuando, de 1982, que narra un episodio de resistencia armada de partisanos judíos en Bielorrusia. La frase sigue, sin embargo, sin ninguna referencia a Palestina y a los palestinos, sino a las poblaciones de Europa centro-oriental, concretamente a los polacos, de quienes se dice que en ese momento del relato son los judíos de alemanas y de rusos. Alude a las políticas destructivas contra la nación polaca, implementadas con odio y rigor por ambos totalitarismos.
La fuente del error de Butler es un artículo del diario Il manifesto, un periódico que yo sigo con atención, que en un artículo sobre Levi, también de 1982, repone la frase correcta de Levi, con todas las comillas del caso. El comentario sobre los palestinos es un agregado del autor de la nota. Eso está bien claro. El problema que el enunciado empezó a circular sin las comillas, atribuido directamente a Levi, lo cual es una monstruosidad filológica. Una monstruosidad iniciada con la publicación de la cita defectuosa nada menos que en el New Yorker.
Al parecer, muchos críticos y pensadores leen más el New Yorker y a aquellos que citan el New Yorker, acaso sin saberlo, que las fuentes en las que en teoría trabajan.
Levi pensó en varios momentos de su vida la fundación del Estado de Israel, la relación con el mundo árabe y, en especial, con los palestinos. Comprendió y entendió la necesidad de la fundación de un estado judío, y fue también un crítico certero y furibundo de sus políticas, sobre todo a partir de 1967, hasta que en un momento, un poco cansado de las apropiaciones mediáticas (antes de la idiotización generalizada de Internet y las redes) decidió no hablar más del tema.
Pero nunca pronunció esa frase.
Como decía Karl Kraus, más o menos, poner bien las comas, en este caso las comillas, es una cuestión ética, responsable y profunda.
A quien le interese el tema: en el sitio de la Fundación Primo Levi hay un artículo de Doménico Scarpa que trata específicamente este caso.
D.B.
https://www.primolevi.it/sites/default/files/documenti-correlati/Scarpa-%20Soave%20Sole%2024%20ore%20.pdf?fbclid=IwY2xjawKztQxleHRuA2FlbQIxMQBicmlkETFRbW5INHhXRmlicVZzYVo0AR6g8lJieXPnZwL1svbZ6JvMTDTg3nRxeINfDw8v5Bcx7p7jl7DG90bMQCqNLg_aem_Gwy0WtlPRdkP2D-RwXt-HA