sábado, 9 de octubre de 2021

Otro poema de Milo de Angelis

 Eselarga


En el trajín de los carritos, cerca de la caja, apareció

-como un sobreviviente tembloroso, como una figura

devastada por sí misma- el poeta que fue hermoso y jovencísimo,

el muchacho de los versos secos, breves, taxativos, el poeta

arrastrado después por un juego de flechas envenenadas,

que ahora se le clavan en el rostro:

busco en vano una espiral adolescente y quedo quieto,

perdido en las líneas de su cuaderno,

sollozos quebrados que no superaron la edad.

 

Con la hora de las grandes lluvias llegan los otros,

y es justo volver a verlos acá, todos juntos,

en el garage de las voces gastadas

donde giran los cuerpos, huellas y trozos de namda,

ruedan las columnas y la tinta se mufa

en el piso. Silencio. Llegan en silencio,

como una patrulla de despertado,

con la brea en la mano y los huevos de luz que tiembla.

 

Un twist nombrado por Daniele Limonta.

Y luego Guido, el taciturno de los pasillo.

Y Stefanella, ella todavía me llama por ni nombre:

“nadie sabrá, amigo mío,

de esa antigua carrera, nueve puros sobre los ochenta,

de una palabra para nosotros, no te quedes

mudo vos también”.

 

.


ESSELUNGA

Nel traffico dei carrelli, vicino alla cassa, appare

– come un superstite tremante, come una figura

devastata da se stessa – il poeta che fu bello e giovanissimo,

il ragazzo dai versi secchi, brevi e tassativi, il poeta

travolto poi da un gioco di frecce avvelenate

che ora si conficcano nel viso:

cerco invano uno spiraglio adolescente e resto fermo,

perduto nelle linee del suo quaderno,

singhiozzi spezzati che non varcarono l’età.

Con l’ora delle grandi piogge arrivano gli altri

ed è giusto ritrovarli qui, tutti insieme,

nel garage delle voci tarlate

dove si aggirano corpi, orme e pezzi di nulla

ruotano le colonne e l’inchiostro ammuffisce

sul pavimento. Silenzio. Giungono in silenzio,

come una pattuglia di risvegliati,

con la pece nella mano e le uova di luce scossa.

Un twist accennato da Daniele Limonta.

E poi Guido, il taciturno dei corridoi.

E Stefanella, ancora lei, mi chiama per nome:

“nessuno saprà, amico mio,

di quell’antica corsa, nove netti sugli ottanta,

di’ una parola per noi, non restare

muto anche tu.”: D. B.

Milo De Angelis (Milán, 1953). El poema pertenece al libro Lina intera, linea spezzata (Milán, Mondadori, 2021).