jueves, 16 de junio de 2022

Varia pasoliniana: Pasolini sobre la muestra Ladies and gentlemen, de Andy Warhol (1975)

 


Traducción: Daniel Link


Hablando con Man Ray sobre mi película Los 120 días de Sodoma hubo un punto en el que mi interlocutor no entendió. 

Man Ray es lúcido, inteligente, presente. Su amaneramiento es tan fresco como hace cuarenta años. No hay ninguna razón en el mundo para que no pueda entender algo. 

Pero más que una falta de comprensión había una oscuridad, un vacío en él. ¿De qué se trata? Le había dicho que había ambientado la novela de Sade en 1945 en Salò. Eso era lo que no entendía. No lo entendió, porque pasó por alto el hecho de que 1945 era un año especialmente significativo (el final de una guerra: bueno, ¿no había habido otra en 1918?), y sobre todo pasó por alto el hecho de que Salò había sido la capital de una pequeña república fascista. Incluso tomó a Salò por "salaud", para mi completa satisfacción, por cierto. 

¿Andy Warhol me habría entendido mejor? No sé si Warhol es también, como Man Ray, un devoto de Sade. Sus travestis tienen un ardor conmovedor que no es precisamente sadeano. Pero, ¿es 1945 significativo para Warhol, y significa la palabra "Salò" algo para él? 

Es una pregunta algo decorativa, lo sé. Pero lo pregunto porque en él se coagula una serie o más bien una maraña de preguntas. ¿Se puede periodizar la historia para Warhol? ¿Puede haber un momento en el que termine una de sus formas de ser y comience otra? ¿Puede haber una división histórica en el universo en el que vivimos y, por tanto, en el pequeño, concentrado y precioso universo en el que trabajamos? ¿Puede haber una línea divisoria entre los hombres? ¿Y en particular en sus conciencias? ¿Y más concretamente en el terreno ideológico de sus conciencias? 

¿Existe algo que pueda resquebrajar el "todo único" que la mente profanadora del artista -sólo por diversión- cuestiona totalmente- se burla o adora, venera o anula? ¿Puede el fascismo romper algo en ese "todo único"? O, por el contrario, ¿puede una revolución marxista primero separarla a través de esa oposición fatal y total que es la lucha de clases, y luego transformarla no para hacerla desaparecer?
 Un mensaje de Europa a América implica todas estas divisiones, estas Escisiones, estas oposiciones de la realidad: y es misterioso por ello. En cambio, un mensaje de América a Europa implica unidad, homogeneidad, pacto: viene de la entropía. Y es aún más misterioso por ello. 

Tengo delante las serigrafías y los cuadros de Warhol. La impresión es la de estar ante un fresco de Rávena que representa figuras isocéfalas, todas ellas, por supuesto, frontales. Iterados hasta el punto de perder su identidad y ser reconocibles, como los gemelos, por el color de su vestido. 

El ábside de la catedral que Warhol construye y luego lanza al viento, dispersándolo en los múltiples recortes de las figuras isocéfalas e iteradas, es de hecho bizantino. 

El arquetipo de las distintas figuras es siempre el mismo: perfectamente ontológico. 

La calidad de vida americana parece ser el equivalente a la sacralidad autorizada de la pintura oficial cristiana primitiva: es decir, proporcionar el modelo metafísico de toda figura viviente posible. No hay alternativas a ese modelo: sólo variantes. El hombre americano es único, a pesar del pluralismo real y reconocido. Es más fuerte, en definitiva, el Modelo, que el número infinito de personas reales que podrían pasar por la calle 42 a las siete de la tarde de verano. Si el ambiente "recogido" se reduce entonces al “Golden Grape”, nada puede interponerse en el camino del Modelo, excepto las variantes reducidas al mínimo: una iteración obsesiva, la Obsesión. El nombre y el apellido de los travestis no son suficientes, su biografía es irrelevante; son absorbidos en la singularidad de la Persona que los pregona, acampados junto a otras Personas arquetípicas en el cielo de la Entropía americana. Nos enfrentamos al travestido y a la estrecha gama de sus, aunque innumerables, variantes. Cuando nos enteremos de que una de las "peculiares" travestis se llama Candy Darling y que murió de cáncer en una clínica dando, el día antes de su muerte, una fiesta en honor a sus "amigas" -fiesta caracterizada por una cantidad demencial de rosas blancas-, nos enteraremos de un hecho que nada cambia a la a priori y única Persona de la serigrafía. 

¿En qué consisten las variantes? En dos órdenes o capas de técnicas: a) el fotografiado de los temas (ampliación, impresión en serigrafía); b) el coloreado de la ampliación. Como puede ver, se trata de dos "aplicaciones" superpuestas. En la superficie blanca, la realidad (física, psicológica, sociológico): y luego, sobre sus últimos jirones, se pega el el “afiche” funerario, preservándolo en su momento inextinguible de pura vitalidad. La segunda operación es la más propiamente pictórica: las pinturas acrílicas -puras, completamente inmateriales- se disponen -sobre la superficie que contiene la fotografía dilatada- en un patrón aparentemente aleatorio. Pero no son "manchas", sino "recortes", pegados. La impresión fusiona todo en una sola superficie. La elección de las formas del "recorte pegado" y de sus colores responde a una especie de inspiración calculada y casi automática. Las formas del recorte pegado juegan con las formas realistas de la fotografía -duplicándolas, desequilibrándolas, realzándolas- en superposiciones siempre desfasadas de la anatomía, pero siempre subordinadas a ella (favoreciendo los ojos, las bocas, los cabellos y los fondos). La referencia cultural más directa de esta técnica es la de los carteles publicitarios y los "afiches" formales, así como los detalles de la pintura fauve. En cuanto al primer orden o estrato técnico -el de la fotografía- hay que señalar que la fotografía parece siempre obsesivamente la misma; siempre frontal o de fondo, nunca de perfil; siempre "posada", nunca al natural; siempre a la manera del cine de "estrellas" cinematográficas, nunca a la manera de lo cotidiano captado al vuelo. Esto "quema" la psicología: pero relativamente. 


De hecho, los rasgos o connotaciones hablan un lenguaje psicológico en sí mismos, incluso y a pesar del esfuerzo por autocancelarse (incluso antes de ser fotografiados o pintados) en un "cliché" humano. ¿No es el esfuerzo que hacen estos "travestis" para mostrarse triunfalmente vanos y conmovedoramente humanos? Pero más allá de este esfuerzo no van. Se entiende, el "Diferente" en su gueto neoyorquino permisivo puede triunfar mientras no se salga de un comportamiento que lo haga reconocible y tolerable. La arrogancia femenina de estos machos no es más que la mueca de la víctima que quiere mover la carne con una dignidad regia bufonesca. Y es esta mueca la que hace que estos travestis sean todos psicológicamente iguales, como dignatarios bizantinos en un ábside estrellado. 

Así que el universo de Warhol es también, de alguna manera, doble, viviendo en un drama de opuestos. Pero en la oposición hay dos ontologías: la ontología formal y la ontología psicológica. Una serie de manchas (recortes de colores) cuya estructura se decide a priori incluso cuando está parcialmente dejada al azar, se contrapone a una serie de retratos fotográficos cuyo significado es igualmente apriorístico y predeterminado. El mensaje de Warhol para un intelectual europeo es una unidad esclerótica del universo, en la que la única libertad es la del artista, que, despreciándola esencialmente, juega con ella.

 La representación del mundo excluye toda dialéctica posible. Es, al mismo tiempo, violentamente agresivo y desesperadamente impotente. Hay, pues, en su perversidad como "juego" cruel, astuto e insolente, una inocencia sustancial e increíble.



Nota: La traducción mantiene la flexión masculina de los modificadores de "travesti", tal como aparece en el original de Pasolini.