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Este poema la encontré
por ahí. No sé dónde lo escribí, ni cuándo.
Se titula “El lago de
Ginebra”, Lac Leman.
Sé pues de qué habla.
Efectivamente, allí, sobre el lago, sobre la montaña, hay un cementerio donde
está la tumba de mi abuelo, y luego están los bosques en donde estuve y donde
pensé e imaginé algunas cosas. Pero realmente el poema no la escribí allí, y ni
siquiera la escribí en Italia. Por ciertas referencias me doy cuenta de que no
la escribí en Italia. Y no sé cuándo..
Allá, sobre la colina está
la lápida de mi abuelo,
un ciprés ha cubierto la
leyenda;
se llamaba Rodolfo
Romegialli,
y ese ciprés tiene mi
edad.
abajo, en cambio, está el
lago de agua sin sal
donde mi abuela nadaba de
muchacha
recostada y bella como
ahora su esqueleto;
se llamaba María Morguenegg.
También yo en el bosque
ríspido de abetos
a mitad de camino entre
el lago y el cementerio
soy otro más joven, americano
que ha vuelto a los
lugares de los orígenes,
Libre todavía y sano. No
es posible
que yo haya sido él, parece
imposible.
¿Qué somnífero he tomado,
que enfermedad?
Y ahora me despierto en
un mundo de idiotas
que intentan preparar el tosco
adviento
de un Rey Sol marxista y de su corte.
En la espera, hacen un
ruido que ensordece.
Y yo, que en ese bosque
los habría quitado
del medio con una mano como
a las hojas secas
si tan sólo los hubiera
imaginado,
me encuentro ahora en
esta tierra estéril
con una piara de cerdos
malignos en torno,
malignos, repugnantes,
fantasmales.
¿Hice mal, abuelos, en
volver a Europa?
Me impulsaba una especie
de amor:
vine, bebí el amor, perdí
sentidos,
Pero cuando este amor se
desgaste,
podré ser yo también
esqueleto en el bosque
que separa el cementerio
del lago."
De Un' ora con Wilcock. Rai, 1973.
Versión: Diego Bentivegna