En la primera parte, el pozo (la memoria) y su signo mudo (la pirámide), ambos abismos encuentran su síntesis en la tumba de Mariano Rosas, uno de los últimos lonkos. El pozo es el vacío / el pozo es el mundo, / el pozo es el agujero del sentido. Y como escenario un desierto que se abre generoso a los mitos. Ese ovillo de sentidos. Signos que erigen torres, ciudades; monumentos (y su envés, la violencia colonial solapada). En la segunda parte "Cartas a K y otros extractos", se reescriben fragmentos de cartas del jesuita italiano Nicolás Mascardi, y que exploran la Patagonia en el siglo XVIII y la fundación de una misión en el lago Nahuel Huapi.
Para la última parte, el poeta construye con el deceso de Rafael Nahuel −joven de familia mapuche, asesinado en 2017 en medio de un operativo de seguridad en Villa Mascardi (sic)−, un sutil movimiento de pathos. Así, el libro modula diferentes tiempos a través de un tono de neutra sinceridad. Se trata de la visión de un poeta observador de gran conciencia histórica: crítico, sensible, que combina el lenguaje coloquial con el lírico, sin estridencias. Una poética pura, seca.