sábado, 3 de noviembre de 2007

Y nos regíamos por las estrellas del otro polo


Ya salió nuestra nota y traducción de Vespucio. Aquí va un fragmento particularmente jugoso de la carta del intrincado florentino:


"Y el séptimo día volvimos a tierra y hallamos que habían traído con ellos a sus mujeres; y cuando saltamos a tierra, los hombres de la tierra enviaron muchas de sus mujeres a hablar con nosotros, por lo que, viendo que estaban seguros, decidimos enviarle un hombre de los nuestros, que fue un joven que se hacía mucho el gallardo. Y nosotros, para que estén seguros, entramos en los barcos, y él se fue con las mujeres; y no bien llego a ellas, le hicieron un gran círculo alrededor; tocándolo y mirándolo se maravillaban. Y estando en esto, vimos venir una mujer desde el monte que traía consigo un gran palo en su mano, y cuando llego donde estaba nuestro cristiano, se le puso por detrás y, alzando el bastón, le dio un gran golpe que lo dejó muerto en el suelo; y enseguida las otras mujeres lo tomaron por los pies y lo arrastraron hacia el monte, y los hombres saltaron hacia la playa, y con sus arcos empezaron a arrojar flechas; y provocaron tal pavor en nuestra gente, que había aparecido en los bancos de arena que había en la costa, que a causa de las muchas flechas que caían sobre los barcos nadie se afanaba en tomar las armas. También les disparamos cuatro tiros de bombarda, que no acertaron, pero que, a causa del estruendo, provocaron la huida de todos hacia el monte, donde ya estaban las mujeres destrozando al cristiano; y en un gran fuego que habían preparado lo estaban asando a nuestra vista, mostrándonos muchos trozos y comiéndoselos, mientras los hombres hacían señas, y con sus gestos daban a entender que habían matado a los otros dos cristianos y se los habían comido. Lo que nos produjo un gran pesar, viendo con nuestros ojos lo cruelmente que se comportaban con el muerto; para todos nosotros fue una injuria intolerable, y teniendo el propósito más de cuarenta de nosotros de saltar a tierra y vengar tan cruda muerte y acto bestial e inhumano, el capitán mayor no lo quiso consentir. Y así quedaron satisfechos de tamaña injuria y nosotros zarpamos con mala voluntad y con gran vergüenza por causa de nuestra capitán."

El texto completo de la carta de Vespucio, en la última edición de cartas.org.ar