domingo, 18 de septiembre de 2011

sábado, 10 de septiembre de 2011

Hackers y jesuitas

En Corriere della sera:

Il blogger che difende gli hacker guiderà «La Civiltà Cattolica»
Padre Antonio Spadaro, 45 anni, chiamato alla direzione della prestigiosa rivista dei gesuiti
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Il blogger che difende gli hacker guiderà «La Civiltà Cattolica»

Padre Antonio Spadaro, 45 anni, chiamato alla direzione della prestigiosa rivista dei gesuiti

Nell'ultimo numero si è occupato di lui anche l'«Economist», due pagine dedicate alla «cyberteologia» e a questo brillante gesuita quarantacinquenne, docente di letteratura all'Università Gregoriana e studioso di comunicazione digitale, blogger e animatore di riflessioni sull'«intelligenza della fede al tempo della Rete», del sito di scrittura creativa «BombaCarta» e di pagine dedicate a scrittori come Flannery O'Connor e Pier Vittorio Tondelli.

Di recente aveva fatto parlare di sé un suo articolo sul tema «Etica hacker e visione cristiana», là dove la parola «hacker» - a scanso di equivoci ricorrenti - era intesa nel senso originario, costruttivo nonché contrapposto ai veri e propri pirati informatici, i «crackers» distruttori. Ed ora per padre Antonio Spadaro, dal 1998 «scrittore» e critico letterario della «Civiltà Cattolica», si prepara un compito che annuncia novità anche per la prestigiosa rivista della Compagnia di Gesù: il padre generale dei gesuiti, Adolfo Nicolás, lo nominerà domani nuovo direttore.


Padre Antonio Spadaro, nuovo direttore della rivista «La Civiltà Cattolica» fondata nel 1850 per volontà di Pio IX
Padre Spadaro succede a padre Gian Paolo Salvini, 75 anni, che guidava «La Civiltà Cattolica» dal 1985. Nato a Messina, dove si è laureato in filosofia prima del dottorato in teologia alla Gregoriana, il nuovo direttore della più antica rivista italiana - venne fondata nel 1850 per volontà di Pio IX ed ha un rapporto molto particolare con la Santa Sede: prima della pubblicazione, le bozze sono inviate per l'approvazione alla Segreteria di Stato - ha completato la sua formazione da gesuita negli Stati Uniti, a Chicago, e pubblicato un quantità di libri, saggi e articoli spaziando da Karl Rahner a Walt Whitman e Jack Kerouac, da maestri del cinema come Krzysztof Kieslowski all'arte di Edward Hopper o Andy Warhol fino alla musica di Bruce Springsteen, Tom Waits o Nick Cave. E poi, lo studio delle nuove comunicazioni, la Rete, il progetto culturale «BombaCarta» nato nel 1998, «una delle prime esperienze di scrittura creativa nate su Internet», il sito personale antoniospadaro.net, i blog.

Un salto generazionale che non mancherà di avere conseguenze, com'è ovvio, per «La Civiltà Cattolica». Anche se il nuovo direttore fa osservare: «È dal 1850, dalle sue origini, che la rivista si è posta come qualcosa di innovativo sul piano culturale, pubblicata in italiano e in tutta Italia quando ancora l'Italia non era unita». Ma ora, certo, per «La Civiltà Cattolica» si aprono nuove prospettive in Rete: «In realtà c'è già una pagina Facebook, un account su Twitter non ancora attivo, però è chiaro che andremo verso una presenza maggiore anche in Internet e sui social network».

Il punto però non è questo, spiega padre Spadaro, «la questione non è tecnica, è culturale: che cosa significa, oggi, fare una rivista di cultura?». La riflessione è analoga a quella intorno alla «cyberteologia», perché «la Rete non è un mezzo ma un ambiente culturale che determina uno stile di pensiero, un ambiente di vita: non si tratta di capire come usare bene Internet, ma come vivere bene al tempo di Internet».

Nel sito dedicato allo scrittore emiliano Pier Vittorio Tondelli, padre Spadaro riporta l'immagine di un biglietto scritto con grafia tremante, le ultime parole tracciate in ospedale dal romanziere la notte prima di morire a 36 anni: «La letteratura non salva, mai. Tantomeno l'innocente. L'unica cosa che salva è la fede, l'amore, e la ricaduta (che è come il temporale) della Grazia».


Gian Guido Vecch

viernes, 9 de septiembre de 2011

jueves, 8 de septiembre de 2011

Chinerías

"Huang Nubo compró un vasto terreno de 300 kilómetros cuadrados de superficie en el nordeste de un país muy lejano al suyo: Islandia. Quiere construir un complejo turístico, con campo de golf incluido, por valor de unos 100 millones de dólares.

El proyecto de este empresario nacido en Lanzhou, en la provincia china de Gansu, no es el primero que lanza en Islandia. A principios de agosto creó la Fundación Cultural China-Islandia para fortalecer los lazos culturales entre los dos países, especialmente en la poesía. Así lo explicó su amigo y traductor islandés de chino, Hjörleifur Sveinbjörnsson, al diario Fréittabladid. Huang dotó a esta organización con un millón de dólares.

Huang Nubo se considera un aventurero -ha escalado el Everest y ha llegado a los dos polos-. Se quedó huérfano a los 13 años. Su padre, condenado a prisión por oponerse a la revolución cultural, se suicidó cuando él tenía tres años y su madre murió diez años más tarde en un accidente laboral.

Tras graduarse en Filología China en la Universidad de Pekín, empezó a trabajar en el departamento de propaganda del comité central del Partido Comunista. En los años ochenta publicó dos libros de poemas. En 1995 creó el Zhongkun Group, que con los años se ha expandido al norte de los Estados Unidos."

Giuseppe Ungaretti: Contro la guerra e l'imperialismo

lunes, 5 de septiembre de 2011

sábado, 3 de septiembre de 2011

viernes, 2 de septiembre de 2011

Los últimos serán los primeros


Por Ivonne Bordelois | Para LA NACION

Comentá1 Aureolada por una tenaz trayectoria profesional, Diana Bellessi acaba de conquistar el codiciado Primer Premio Nacional de Poesía. La siguen en jerarquía Arturo Carrera y Hugo Gola, con el segundo y tercer premio. A Jorge Leónidas Escudero, un sanjuanino de 91 años que muy de tarde en tarde condesciende a Buenos Aires, le corresponde una muy modesta Mención, apenas mencionada en la prensa.

Antes que de las personas, correspondería hablar aquí de los derechos de la poesía. Cuando decimos poesía hablamos de esa fuente que mana y corre aunque es de noche, y verdaderamente parece estar anocheciendo en el cielo estelar de la crítica literaria argentina. La historia no es nueva: recordemos el premio denegado a Borges y discernido a un oscuro escritor que ya nadie recuerda, pero que tenía la virtud de ser menos extranjerizante que el autor de "El jardín de los senderos que se bifurcan", allá por los años 40.

Paralelamente a la economía actual, nuestro país tiene un capital poético extraordinario, pero en algunos casos negado y en otros muy mal distribuido. Nadie recuerda ya a un poeta excepcional como Juan Rodolfo Wilcock; Manuel Castilla sería una eminencia poética en cualquier territorio literario menos descuidado y más atento y lúcido que el nuestro. El esnobismo, la imitación, las vanas banderas ideológicas o demagógicas, los padrinazgos o madrinazgos supuestamente conseguidos y encumbrantes, los contactos internacionales bien o mal logrados, las hábiles maniobras y acrobacias publicitarias han exaltado y laureado a evidentes mediocridades hoy rutilantes y mañana olvidables.

Nada de esto es nuevo, se me dirá, pero el tema es que la mala repartición del prestigio poético acerca y luego aleja definitivamente a un público que quisiera de buena fe entrar en el reino de la poesía y se ve expuesto sólo a lo retórico, lo fingidamente transgresor, lo trivial, lo desarticulado, lo insípido o lo exangüe. O simplemente a lo convencional descriptivo, como los "Sudorosos en el porche", de Bellessi: "Se ha bañado en la hora caliente/ del mediodía y ahora, posado/ entre las ramas de la hortensia/ se despulga y se peina con su pico/ batiendo grácil las alas. A sólo/ un metro de distancia. Estoy quieta/ mientras leo y no soy de presa, un árbol/ más que no le da miedo. Qué regalo/ esta secreta cercanía nuestra,/ yo en la veranda y él en la rama/ tan despiertos y tan en calma somos/ vecinos el zorzalito y yo".

Es un problema de voz, de impostación central: hay esos textos que se llaman poesía y pueden ser amables y correctos, con cierto oficio, sí, pero lo fundamental es que no nos ocurre nada leyéndolos. Y hay otros de los que emergemos necesariamente transformados, como este poema de Escudero, "Ultima apuesta": "Apártense, déjenme pasar/ vengo de estar existiendo y ya lo sé/ voy a las palideces. Merezco/ descanso pero antes/ quiero mirar atrás del horizonte para/ no verme siempre aquí como árbol seco/ donde no hay más que hablar./ No atajen, no digan que hay medicina buena/ dejen que me siente en el umbral/ a ver pasar la última gente. Los pájaros/ están escondiendo la cabeza bajo el ala// Manden alguien a comprar pan/ no digo de aquí sino de mañana/ porque mi hambre última/ es de lo que aún no he visto".

En los dos poemas alguien se siente como un árbol, en los dos hay pájaros. Pero uno es una pintoresca estampa, tan previsible como olvidable, dibujada por una vecinal y apacible contempladora de la naturaleza que, como el zorzalito, "bate grácil las alas" (¿se puede escribir así en el 2011?), mientras que el otro nos arroja un manotazo de verdad inclemente, una música negra indómita, una humanidad irrenunciable.

Aquí no se trata del Primer Premio Nacional de Poesía, sino del inmerecido agravio que recibe Jorge Leónidas Escudero, un anciano e insigne poeta sanjuanino. Que el Honorable Jurado, acompañado de su impresionante cortejo curricular de cátedras, premios, menciones, ediciones y demás equipajes, se haga cargo.

© La Nacion

La autora, doctorada en lingüística en el MIT, es poeta y ensayista