jueves, 25 de junio de 2015

Sobre la Obra poética de Joaquín Giannuzzi (Ediciones del Dock, 2015)


Obra completa. Compleja y contradictoria, la voz de Joaquín Giannuzzi interpeló a su época y se erigió como antecedente de la poética de los 90.

Por Diego Bentivegna, acá.

martes, 23 de junio de 2015

En portugués

Vejo uma cabeça
cheia de eletrodos.
Não é a cara de outro?
...
Tenho oito anos

estou com a cabeça

repleta de eletrodos.

É a cara de outro,

com seus traços

desenhados numa lâmina de papel,

que se dissolvem numa superfície branca.

A mente se dilui como um rio;

É uma sinuosidade,

um vestígio, um fosso, um naufrágio.

***

Diego Bentivegna, "La pura luz" (Cabiria ediciones, Buenos Aires, 2015)
{trad. davi pessoa}

imagem: Claudio Parmiggiani, sem título, 1944

sábado, 20 de junio de 2015

Daniel Link, sobre la Obra Reunida de Arturo Carrera

Por Daniel Link para Perfil

Habitualmente no presento libros (propios o ajenos). Pero es tanto el amor y la admiración que me unen a la Obra Reunida de Arturo Carrera que no pude reprimir el deseo de interrogarla en público: ¿Por qué se llama Vigilámbulo? ¿Por qué los libros están dispuestos en un orden invertido, desde el más nuevo, Vigilámbulo, hasta el más antiguo, Escrito con un nictógrafo?
El gesto de hacer retroceder el tiempo nos impulsa hacia el ritornello, esa figura de pensamiento que tanto tiene que ver con el ciclo artúrico de la poesía, que es como decir la poesía a secas, puesta bajo el emblema de una casa poética (la casa de Arturo). Vigilámbulo escribe el nombre de Deleuze en la portadilla del libro que no duerme ni dormirá nunca, y con él nos dice que no hay repetición de cualidades o de sensaciones porque la repetición es la diferencia sin concepto, es decir, repetición para si misma. Cada uno de los libros de Arturo, separadamente, decía eso a gritos y ahora, en la espléndida edición en tres tomos de Adriana Hidalgo, llegamos el meollo del asunto.
¿Qué es el vigilambulismo? Ese estado de automatismo ambulatorio con desdoblamiento de la conciencia que se parece y no se parece al sonambulismo. Un nombre traído de la psicología experimental del siglo XIX para designar la experiencia poética de Artaud, la experiencia cinematográfica de Resnais, la experiencia pictórica de Bacon y la experiencia de pensamiento en Beckett, algo del orden de la fisura, de la hendidura, eso que otros han llamado síndrome de Elpénor, ese marinero niño y tonto que se rompe la cabeza al caerse de las altas camas de Circe, el primero que Odiseo encuentra cuando baja a los infiernos y el primero que Ezra Pound hace hablar al comienzo de sus Cantos.
Brutalmente despierto, el vigilámbulo, que nunca duerme, entra con los ojos abiertos en el mundo de los sueños y, como el poeta, somete el sueño a un tratamiento diurno. Eso es lo que caracteriza el tratado de las sensaciones que Arturo fue escribiendo a lo largo de veinte libros cada uno más hermoso que el otro y que ahora Teresa Arijón ha dispuesto para nuestro banquete y nuestro regocijo en función de retroceso.
Leo en Vigilámbulo, este extraordinario regalo que nos hacen Arturo, Teresa y Adriana Hidalgo, una danza como de polillas que se acercan peligrosamente al fuego: In girum imus nocte et consumimur igni (Giramos en la noche y nos consume el fuego). 

miércoles, 10 de junio de 2015

Eribon

"Seguía siendo solidario con el que había sido el mundo de mi niñez, en la medida en que nunca llegué a compartir los valores de la clase dominante. Siempre sentí disgusto, incluso odio, cuando oía hablar a mi alrededor con desprecio o desfachatez de la gente del pueblo, su modo de vida, sus maneras de ser. Y también siento un odio inmediato frente a la hostilidad que los ricachones y los nuevos ricos expresan permanentemente respecto de los movimientos sociales, las huelgas, las protestas y las resistencias populares."
Didier Eribon, "Regreso a Reims", publicado por Libros del Zorzal con traducción de Georgina Fraser

viernes, 5 de junio de 2015

Carta a Raúl Zurita sobre El día más blanco (Santiago, Random House, 2015, segunda edición)

Palabras a Raúl Zurita, por su libro El día más blanco, reeditado en Santiago de Chile por Random House: Querido Raúl: En estos días terminé de leer El día más blanco, el libro que me dejaste durante tu última estadía en Buenos Aires. Lo fui haciendo lentamente, yendo y viniendo por sus páginas, llevado creo por el ritmo concéntrico, por los cursos y recursos de tu prosa. Como te comenté, aunque trato de ir siguiendo de manera atenta lo que vas publicando, este libro se me había, por algún motivo, pasado. Leer este libro, esta escritura de la memoria, fue, por eso, una revelación. Lo viví como una llegada, como una "revisitación", como esas dos mujeres del Evangelio que viven lejos pero que de pronto, luego de un llamado que no se sabe bien de donde surge, se buscan, se celebran y apenas se rozan en la dicha. Lo viví, también, como un volver a escuchar, en la oscilaciones del libro, en sus vueltas temporales, en su fraseo que tiende a lo largo, a sostener el aliento, las obsesiones de tus libros, pero con otros ritmos, con otra velocidad, con otra intensidad, que terminan dando forma a una de las más extremas meditatio mortis en castellano. Es una meditatio mortis que gira en torno a la abuela, a la abuela italiana, algo que para mí es especialmente tocante. Es una imagen anciana y vital que, en sus giros y en su dicción, no puede sino hacerme recordar otras abuelas, mis abuelas italianas, el coro de las abuelas, sus voces dialectales y su castellano atravesado por las fugas mediterráneas, que es el lugar donde se cuece la voz poética, que es el lugar desde el que llega esa voz. En un momento en el libro nombrás a Sorrento, la palabra que escuchás en una canción, en una vieja música napolitana. Precisamente de Sorrento llegaron mis abuelos maternos, desde la costa del mar donde, parece, en la antigüedad, existía el culto a las sirenas, es decir, a la música, a la voz, al naufragio, al desastre. Me quedó, en fin, con la imagen con la que se cierra el libro: con el movimiento resurreccional. Tu poesía en este libro para mí es centralmente eso: la resurrección la reposición del cuerpo, la presencia reconstructiva de la vida, la palabra encarnada y al mismo tiempo superviviente como formas de la memoria, y es también al llegada de algo imprevisible, tierno y a la vez desolador, como el viento del Infierno que aparece de manera recurrente en El días más blanco. Gracias, Raúl, por tu libro. Lo tengo acá, al lado, como una de mis grandes alegrías. Diego Bentivegna

jueves, 4 de junio de 2015

Reseña de "El fin del realismo"; poemario de Marcelo Díaz (Bs. As., viajero insomne, 2015).

En su último poemario, Marcelo Díaz vuelve sobre dos grandes tópicos: las condiciones técnicas en las que se producen (o mejor, con las que fracasan) las comunicaciones entre los hombres; la muerte de los seres queridos, en este caso, la muerte del padre. Ambos núcleos se entrelazan a medida que los versos se suceden, como si la muerte no pudiera nunca ser del todo aferrada, del mismo modo en que toda comunicación, en algún punto, se desgaja. “La memoria demanda/ una gran preparación. La técnica para el armado/ del álbum mental consiste en precisar los detalles. / Creíste en la posibilidad de encontrarnos/ como criaturas en animación suspendida/ en un continente de aguas negras entre minas/ que no se activarían sino por encargo/ hasta el día de tu cumpleaños. (“Polaroids”). Texto completo, en Ñ (Clarín),del 7 de mayo de 2015 acá.

lunes, 1 de junio de 2015

Anticipo

Anticipo de La pura luz, libro de poesía (bs. as., cabiria, 2015) en el blog de Jorge Aulicino.