jueves, 22 de febrero de 2007







Les propongo esta pequeña intervención en un debate más largo acerca del caso "Bolivia" que se puede seguir en www.linkillo.blogspot.com . Conservo las peculiaridades de tipeo del caso. La de la foto es Carmen Laforet.






Miércoles 21-2.


Diego dijo...
No sé si no es lo mismo, Daniel. Quizá haya que pensar en términos de escritura. La separación entre crítica y objeto literario, como en el sueño romántico, quizá hace tiempo que se venga realizando. Es raro como persisten en muchos argumentos, sobre todo en los que tienden a defender la "operación" de Bolivia construcciones, ciertos caracteres de una literatura autónoma que, si existiera, habría que dinamitar. Digo: la difencia entre literatura e institución literaria, la diferencia entre lectura literaria y lectura no literaria, la diferencia entre crítica y poesía. La literatura que me, nos gusta, no es acaso una escritura infinita en la que se ponen en juego las potencialidades, políticas sí, de todo arte? Pienso, no puedo dejar de hacerlo, en los Diarios de Kafka, en Petróleo de Pasolini, en un Borges o en Blanchot leído a contracorriente. A mí, por lo menos, una literatura que no opera por apertura y producción de subjetividades no previstas, que no innove, no sólo no me interesa sino que me parece insignificante.



Además, me pregunto hasta qué punto la lógica de la producción capitalista del arte no opera también a través de la copia y del plagio? A ver: lo que digo es que no estoy tan seguro de que el plagio y la copia sean a esta altura cuestionadores del orden de producción. Más bien tiendo a pensar lo contrario. Nada, soy un viejo romántico, me rodea una atmósfera hölderliniana quizá insoportable, o quizá sea que soy bastante indiferente a las operaciones del arte pop, de las que están llenos, no por nada, los programas de estudio, los museos, las academias y las paredes de los burguese enriquecidos. No sé, tal vez sea eso lo que me distancie de los argumentos a favor de la "operación" de Bol. Insito: no me pronuncio sobre la novela, que no he leído, pero sí sobre algunos argumentos que han sido esgrimidos en torno a ella.


Lo que me parece es que la copia y la reproducción garantizan la perdurabilidad de un orden literario inane y despolitizado. Es la contracora de la novedad, a la que termina alimentando, ya que se mueve en su misma esfera. Como si nos dijeran de pronto: podés producir alguna novedad dentro de los cánones aceptados (podés escribir, digamos, como Puig, como Lamborghini, como Perlongher aunque sea muy demodé y deprimente), podés copiar y reproducir (lo que en el fondo, perpetúa la misma lógica de la producción literaria). Pero no se te ocurra innovar o cuestionar ese orden. La copia y la novedad son las dos caras de una misma cara. O, en marxiano, la lógica de la copia es sólo un punto extremo de la lógica de la novedad, a la que termina apuntalando, con una batería teórica que pasó bastante rápido de la apología de lo novedoso (el gran formalismo ruso) a un deconstructivismo civilizado (por supuesto, un cierto Derrida; no por cierto el del importante Espectros de Marx, sino el sesentoso). Yo creo, con Deleuze, con Kafka, con Pasolini, que la literatura es producción, es minorización, es vida.Por otro lado, como decía Parra, a los burgueses no los vamos a asustar con poesías, ni con novelas, ni con ensayos, ni con copias de autoras catalanas.


La carta salida de Puán es muy ochentas. La cita de Bioy, que de escándalos en torno a premios literarios algo sabía, tira para abajo todo.




Martes 20-2.


Diego dijo...
No sé hasta qué punto Bolivia const. permite pensar a partir de categorías nuevas. Intertexto, plagio, préstamo, robo, etc., son categorías constitutivas de la literatura moderna. Y paro acá, porque no leí la novela.Es cierto lo que decís de Garcilaso y Petrarca. Pero Garcilaso y Boscán evidenciaban que escribían al "itálico modo" e inventaban, con esa escritura que exhibía sus propias marcas de alteridad, una nueva forma de entender la poesía en lengua castellana. Nada, es lo que hace Dante con los sicilianos o con los provenzales. Citar, refundir e innovar. En el caso del mero plagio en general se oculta el mecanismo de apropiación para seguir produciendo lo mismo. Es un mecanismo, justamente, de re-producción. En este caso, creo, una novela que, una vez más, aspira a ser postliteratura (no me cierra el prefijo "post"). Yo leí hace unos años la novela de Laforet. Me encantó. Concuerdo con lo que decís, Daniel, acerca de la necesidad de una cita, de una dedicatoria, de un epígrafe, de un guiño. Se lo merece. Abrazo.


Diego

sábado, 17 de febrero de 2007

La escritura, la poesía: el órgano


¿Será que todo es postliteratura? ¿Que no nos queda otra cosa sino remedar, surcir y chapotear con lo ya hecho? ¿Que tan sólo es válido caer en los lugares más comunes de una crítica civilizada y despolitizada? ¿Repetir, como los maestros deconstructivos denostados por Foucault, que "todo es texto", que "la realidad es una construcción discursiva", que "toda lectura es una lectura equivocada"?

Prefiero creer que en la escritura, querido Schlemihl, al menos en la la escritura que realmente cuenta, se juega algo del orden de la potencia. Es cierto que la dictadura de lo nuevo ha sido una de las lozas más tristemente pesadas que nos legó eso por comodidad llamamos "lo moderno". Pero, desdichado muchacho sin sombra, son muchos los que confundieron lo nuevo con lo creativo. La novedad con la potencia. La sensiblería con los afectos.

¿Y además, la literatura que nos gusta no es la que siempre estuvo erosionando la insoportable autonomía de lo estético? Hölderlin, Sarmiento, Leopardi, Kafka, Pasolini, Pound: ¿no hay un ellos una fuerza que, en un virtuoso movimiento innovativo (y no en una movida meramente novedosa), hace pedazos toda idea de autonomía?

Te dejo con este fragmento de la crítica italiana Carla Benedetti. Creo que viene al caso:




"Imaginemos un instrumeno musical potente, por ejemplo un órgano. Eso es la palabra, la lengua, la lengua italiana [o castellana]. Y ahora imaginemos que, de todo aquello que el instrumento podría hacer, sólo se hagan cinco o seis cosas. Es decir, que el que le toca use el instrumento muy por debajo de sus potencidades. No porque no lo sepa hacer, sino porque no puede hacerlo en el contexto en el que se halla. Porque han puesto el órgano en un lugar que no permite ciertas sonoridades, en un ambiente pequeño y no en las naves de una catedral. O incluso porque el que lo toca cree que no puede hacerlo. Porque la idea de música que se ha consolidado en ese período excluye ciertas posibilidades sonoras y compositivas. Así pasó con el arte de la palabra en el siglo XX. Se creyó que ciertas cosas no se podían hacer. La modernidad tardía ha producido toda una serie de ideologías literarias que impiden que aquel que usa el arte de la palabra despliegue todas sus potencialidades al máximo. Que han atribuido al arte de la palabra (y en consecuencia también a la poesía) un espacio estrecho. Mucho más estrecho que sus posibilidades."



(el artículo de Benedetti se puede leer, en su versión italiana, en www.ilprimoamore.com)

domingo, 11 de febrero de 2007

...por un caballero que la apresa con sus labios brillantes...: Un poema de Leopoldo María Panero

Ayer, Schlemihl, hablamos de él en La Academia. ¿Te acordás?


A MI MADRE (reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que sólo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve)

De Poemas del manicomio de Mondragón, 1987

Copio estos datos biográficos:

Leopoldo María Panero: Hijo del poeta Leopoldo Panero y hermano de Juan Luis Panero, también poeta, mostró desde muy pequeño su interés por la poesía. A los dieciseis años, fascinado por la izquierda radical, ingresó al entonces prohibido Partido Comunista, cuya militancia le valió su primera estancia en prisión. Inició su carrera como poeta de la mano del maestro Pere Gimferrer, sin embargo, su atribulada vida, trastornada por el alcoholismo, la depresión y dos intentos de suicidio antes de cumplir los ventiún años, lo llevaron a la esquizofrenia, manteniéndolo internado por voluntad propia, en un pabellón psiquiátrico donde mantiene vivo su interés por la literatura. Autor de una importante obra, está considerado como uno de los poetas más importantes de España. Su primer libro Por el camino de Swan en 1968, fue el inicio de una cadena de publicaciones entre las que vale la pena destacar Así se fundó Carnaby Street 1970, En Teoría 1973, Narciso en el acorde último de las flautas 1979, Dioscuros 1982, Poemas del manicomio de Mondragón 1987 y Heroína y otros poemas 1992.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Subiendo hasta las campanas como locos con Marcel


¿Cuántos escaleras he subido de tu brazo, Schlemihl? D.B.


"Por aquella época -narra Georges de Lauris- algunos amigos, entre los que figuraba él, solíamos salir de viaje para conocer las iglesias y los monumentos que le agradaban. No había que temer que Marcel no se levantase temprano, porque permanecía en pie desde la víspera. Por el camino sólo tomaba cafés con leche, que pagaba con regia munificencia. En cierta ocasión fuimos a Laon y a Coucy. Entonces él incluso llegó a subir, a pesar de sus ahogos y su fatiga, a lo alto de la torre grande, que más tarde sería derribada por los alemanes. Recuerdo que ascendió apoyado sobre el brazo de Bertrand de Fénelon, quien, para animarlo, cantaba a media voz El hechizo del Viernes Santo. Aquel día era Viernes Santo, en efecto, y brillaban bajo el sol matinal los árboles frutales en flor".

De André Maurois, En busca de Marcel Proust, Barcelona, Vergara, 2005, p. 100.

jueves, 1 de febrero de 2007

Como una larga siesta


Todavía, Schlemihl, estás medio dormido. Caminás despacito, como no queriendo llegar del todo. Y en el fondo, en algún lugar que se nos escapa siempre como si no fuera un punto fijo sino el delirio imaginario de un viajero sediento, el agua crepuscular del estanque que nos inquieta con su estar quieta más que todas las cosas que alrdedor se mueven, la grieta que parte en dos la iglesia de angelitos famélicos que podría ser un pedacito de tu barroco bávaro o tirolés injertado en las sierras, las mariconerías andaluzas de Falla, las fotos de mamá y de papá a sus veinte años, los barrios de casas británicas abandonadas, los campamento de húngaros que gozan de la sombra del paredón jesuítico: Alta Gracia como una larga siesta.
¿Te habrás acordado entonces, Schlemihl, de estos versos de Baldomero?

Tajamar putrefacto de estrellas y de yuyos,
anoche me dio miedo tu singular concierto;
jamás he oído sapos divos como los tuyos,
estanque centenario, frailuno, vivo y muerto.