miércoles, 3 de julio de 2024

Ismail Kadare (1936-2024)

 
Murió Ismail Kadare, el escritor albanés más conocido fuera de las fronteras de su país. Había nacido en 1936, el mismo año en que nació mi padre, no tan lejos.
Siempre sentí atracción por la obra de Kadare, que leí por supuesto en traducción y de manera fragmentaria. Tenía hace tiempo separados unos poemas de Kadare que, en su momento, habían sido traducidos al castellano por Bernardo Kordon para una publicación de los 60, tal vez Crisis. Seguramente, eran traducciones hechas del inglés o, con mayor probabilidad, del francés.
Vi por primera vez una persona nacida en Albania en mis años de escuela primaria. Era la madre de un compañero de primaria. Ella era albanesa, o hija de albaneses, y su marido había nacido en Los Abruzzos. Él tenía facilidad para el canto y en las reuniones escolares se animaba con canciones tradicionales italianas y algún área de ópera.
Pienso en los muchos modos en el que el mundo albanés se entrecruza con el mío.
Desde la Edad Media, miles de albaneses buscaron refugio en el sur de Italia. Huían de la invasión turca. Querían mantener su cultura y, sobre todo, su religión cristiana, y por ello fueron recibidos por las autoridades de la Italia meridional. Sicilia fue un lugar especialmente receptivo de ese tipo de inmigración. Hay varios pueblos que están habitados todavía prevalentemente por albaneses, que, en la tradición siciliana, venían confundidos a menudo con los griegos, establecidos históricamente isla, que practicaban también el cristianismo de rito oriental. De hecho, el santo patrón del pueblo de mi padre, San Silvestro, era un monje basiliano, es decir, un monje inscripto en las prácticas religiosas del cristianismo de Oriente.
Bien, uno de los libros más impresionantes de Kadare habla del rescate de un ejército de muerto: son los italianos muertos durante la segunda guerra mundial en Albania, dispersos por todo el país, cuando Italia pretendía construir un imperio ilusorio en el Mediterráneo y consideraba Albania como una zona de expansión "natural". El libro relata la búsqueda de los cadáveres, los modos de reposición de una identidad que parecía perdida y que muchos querían que fuera olvidada. Muchos años más tarde, Gianni Amelio, ese director criado en la zona del estrecho entre Messina (Sicilia) y Reggio (Calabria) filmó otra película hermosa, L´América, en la que un grupo de albaneses buscan refugio en Italia, en los 90: cruzan el Adriático en un barco en ruinas y, entre ellos, viaja un anciano, que empieza a recordar viejas palabras sicilianas: era un soldado, enviado por el régimen mussoliniano a Albania, que no había vuelto jamás a su tierra. El soldado disperso, que, cuando era chico, estaba todavía muy presente en los relatos familiares: aquellos que habían sido enviados a Rusia. a Grecia, a Yugoslavia o al África y que no habían regresado jamás y que tal vez habían perdido la memoria o habían reconstruido sus vidas con gente de esas zonas.
Pienso también que sin el sur de Italia y, sobre todo, de Sicilia, no se puede pensar en la cultura y en la literatura albanesa contemporáneas. Muchos de sus escritores, fundamentalmente en el siglo XIX, habían nacido en las comunidades albanesas de la isla y habían estudiado su tradición letrada en los monasterios y en las escuelas albanesas sicilianas.
Cuando fui a Europa por primera vez, por motivos de estudio, una de mis amigas era una chica albanesa. En Venecia estaba la Escuela de los Albaneses, como existieron en su momento otras escuelas de minorías nacionales y religiosas (la Escuela de los Eslavos, por ejemplo, o la de los Griegos, la de los Alemanes). Las Escuelas de Venecia no eran en rigor instituciones educativas: eran más bien organizaciones gremiales, que defendían los derechos de las personas de diferente origen que viven en la ciudad, la mayor parte comerciantes, estudiantes o clérigos. La Escuela de los Albaneses contrató, en su momento, a Vittore Carpaccio para que la dotara de pinturas, entre ellas la presentación de María en el Templo (la Escuela estaba intitulada a la Virgen). Desde hace décadas la Escuela de los Albaneses ya no existe. Ahora es una casa particular. No se quién vivirá en ella.

Nada está tan lejos como parece. Nada.
Crispi, figura de relieve del risorgimento del siglo XIX, era un siciliano de origen albanés. El apellido Gramsci, como cuenta él mismo en sus cartas, es un apellido que proviene de Albania. Sabato, que es por lo demás un apellido presente entre los judíos mediterráneos, provenía de una familia de albaneses de Calabria. Tito Schippa, el "ruiseñor de Lecce", también había nacido en una familia albanesa.

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Nada está tan lejos