
"si no hay perturbación, no corresponde que haya deseo de conservarse ni temor de perderse".
martes, 31 de agosto de 2010
jueves, 26 de agosto de 2010
Lamborghini
“A Borges en aquel entonces ni lo leía”, cuenta Leónidas Lamborghini en Mezcolanza. Aunque después leyó Fervor de Buenos Aires, Borges no era su ídolo, claro. “Lo veía a veces en la boca del subte, siempre balbuceando, dos o tres veces me lo habré cruzado. Después ya más grande, cuando sabía a qué atenerme, me emocioné mucho porque venía con la Kodama y se iban a la confitería St. James, donde yo también me reunía con Jauretche, y veía cómo todos lo conocían, el quiosquero, los pibes... me emocioné.” El rechazo por Borges –sobre todo porque “mezclaba mucho lo político”– fue superado por Lamborghini. “Tiene sus grandes cosas, pero también sus limitaciones. Hay una idea en él de literatura que rinde bastante, en los ensayos, cuando dice que nosotros estamos en una situación como la del judío y el irlandés, porque estamos en la periferia, y en el centro no son capaces de jugar con la libertad de la periferia. Eso es cierto, no sé qué dirán los españoles; yo he hecho toda una reescritura del Siglo de Oro, no sé qué dirán... no van a decir nada porque ni va a llegar a España.” Lamborghini, aunque el lector no lo crea, nunca viajó a Europa ni le llamaba la atención. “Mi pecado es no conocer del todo mi país. Conozco el norte, llegué hasta los ingenios de Tartagal, no como turista; al centro y al sur fui apenas como invitado, pero me dicen que está tan caro... No me llama ir a Madrid, hay una cuestión de lenguas, el primer gilipollas que encuentro en las traducciones me desubica.”
Más en Página de ayer.
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martes, 17 de agosto de 2010
Auncio : Nuevo número (21) de Hablar de Poesía
Sumario / Hablar de Poesía 21
EditorialRicardo H. Herrera:Hablar de poesía
Figuras
Jason Wilson:Borges en su poesía última
Nicolás Magaril:Borges & Whitman
Gesualdo BufalinoSer o volver a ser
Alfonso Berardinelli:Auden, poeta que habla
Temas
Alfonso Berardinelli:La herencia latina
Mariano Pérez Carrasco:La aventura del orden
Ricardo H. Herrera:De la improvisación a la conciencia estética
Marcos Bertorello:Walter Cassara en sus intervenciones críticas
Versiones
Ingeborg Bachmann: Hablar desde el silencioNota preliminar y versiones de Irene M. Weiss
Jules Supervielle: El sobrevivienteNota preliminar y versiones de Santiago Venturini
Gesualdo Bufalino: Palabras de un moribundo de provinciaNota preliminar y versiones de Diego Bentivegna
Además, provechosa sección de crítica y poemas de, entre otros, Nicotra y Genovese.
Sitio Web: acá
EditorialRicardo H. Herrera:Hablar de poesía
Figuras
Jason Wilson:Borges en su poesía última
Nicolás Magaril:Borges & Whitman
Gesualdo BufalinoSer o volver a ser
Alfonso Berardinelli:Auden, poeta que habla
Temas
Alfonso Berardinelli:La herencia latina
Mariano Pérez Carrasco:La aventura del orden
Ricardo H. Herrera:De la improvisación a la conciencia estética
Marcos Bertorello:Walter Cassara en sus intervenciones críticas
Versiones
Ingeborg Bachmann: Hablar desde el silencioNota preliminar y versiones de Irene M. Weiss
Jules Supervielle: El sobrevivienteNota preliminar y versiones de Santiago Venturini
Gesualdo Bufalino: Palabras de un moribundo de provinciaNota preliminar y versiones de Diego Bentivegna
Además, provechosa sección de crítica y poemas de, entre otros, Nicotra y Genovese.
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miércoles, 4 de agosto de 2010
José Bergamín. fragmento sobre Trilce
"La poesía de Trilce, proyecta o propaga el pensamiento espiritualmente, y no literalmente, por la palabra, en puras relaciones imaginativas, desnudas del ropaje habitual metafórico, descarnadas así, secamente, como una sacudida eléctrica. Por este desconyutado lenguaje, por esta armazón esquelética se transmite, como una apretada red de cables acerados, una corriente imaginativa, una vibración, un estremecimiento de máxima tensión poética: por ella se descarga a chispazos luminosos y ardientes el profundo sentido y sentimiento de una razón puramente humana. De esto debe estar advertido el lector de Trilce, de que la poesía vuelve a la infancia espiritual del pensamiento, traspasando fronteras conceptuales: que no han de buscarse en la poesía relaciones análogas ni semejantes al del inferir racional lógico: la poesía tiene su lógica propia, como los otros, su pensar espiritual incorruptible. Y no porque la poesía no tenga razón, sino porque la tiene suya propia, razón que le sobra: que por eso, con la razón, es con lo que ha de salirse siempre, con la suya; salirse o situarse, relacionarse, especialmente, en el universo imaginativo del hombre".
José Bergamín, Prólogo a la segunda edición de Trilce de César Vallejo, Madrid, 1930.
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