Guido Liguori reseña los escritos juveniles de Gramsci en Il manifesto. Liguori es uno de los máximos expertos del pensamiento de Gramsci, un pensamiento muchísimo más complejo del que pensábamos y que va mutando todo el tiempo. No es en absoluto el mismo Gramsci el que conocíamos hasta 1975, con la publicación de la edición crítica de los Cuadernos, que el anterior. El Gramsci que tradujeron Agosti, que leyeron Althusser o Lukacs, era en realidad un Gramsci mediado por la lectura y la edición de Togliatti y adaptado a los intereses del PCI, el más grande de los particos comunistas de occidente. Ahora Liguori reseña los escritos juveniles de Gramsci, que acaban de ser editados en la edición de las obras completas que está encarando desde hace un tiempo el Instituto de la Enciclopedia Italiana.
Este Gramsci, antes de la "revolución" (soviética, pero también de la de los consejos obreros y campesinos italianos de 1919) tiene algunos puntos que lo complejizan. Por ejemplo, como pueden leer en el artículo:
1. El joven Gramsci se inclina al principio por la facción interventista del Partido Socialista. Esa facción era liderada por Benito Mussolini, que, como sabemos, romperá desde ese momento con el partido y formará a partir de eso el partido fascista. Gramsci, por supuesto, no lo sigue en eso (otros socialistas sí, lo harán), pero en un principio parece confluir con el interventismo, que luego criticará.
2. Uno de los elementos que más critica Gramsci en los interventistas y en los nacionalistas en general es su marcado sentimiento antigermánico. Precisamente, los antigermanistas de los años 10 llevarán a Italia en los 20 a una alianza con la Alemania nazi y al desastre de la segunda guerra mundial. En los 10, como el Imperio Austro-Húngaro era el enemigo, como Austria había dominado durante décadas grandes regiones de Italia y como parte de los territorios que Italia revindicaba (Trieste, Trento) estaban bajo dominio austríaco (o húngaro: Fiume), se hacía una extensión absurda hacia el pensamiento en lengua alemana in toto.
3. Gramsci se inclina por posiciones antiproteccionistas en relación con las economías del sur y de la islas (la suya, Cerdeña, pero también Sicilia). Es una línea que lo separa un poco de los liberales, como Croce, que, cosas de la vida, estaban cerca de posiciones más bien proteccionistas. El liberalismo de Croce, a quien Gramsci lee en estos años no solo con interés sino incluso con admiración (lo cual no quiere decir que no lo critique, y mucho) no tiene demasiado que ver con lo que el filósofo de Nápoles, un poco despectivamente, llama "liberismo".
4. El interés de Gramsci por los procesos culturales es marcadísimo. Le interesaba la literatura y el teatro como apectos centrales en la formación de una subjetividad política. Años más tarde, Trotsky le pedirá de hecho un informe sobre el futurismo, y su lectura del fenómeno vanguardista. Entre los textos que se publican hay muchos, poco conocidos, sobre música, melodrama, operetas, etc.
En cambio, al parecer, a Gramsci no le interesaba mucho el cine. Raro.
5. El interés de Gramsci por las cuestiones de lenguaje era central. Es algo que muchas aproximaciones al pensamiento de Gramsci ignoran o relativian o soslayan. Gramsci se había formado con el lingüista Matteo Bartoli, del que era además un colaborador cercanísimo. No hay huellas de ese interés en la reseña de Liguori. Una pena.