Leo que hoy se cumple un aniversario del fusilamiento de Valle, en 1956.
Yo veía la tumba de Valle siempre en el cementario de Olivos, cuando acompañaba a mi mamá a visitar a mis abuelos (y a un primito mío), que allí yacían. Nosotros vivíamos antes a pocas cuadras de la casa de Florida, donde fueron detenidas las personas luego fusiladas en los basurales de José León Suárez, a raiz precisamente del levantamiento de Valle. Eso, claro, mucho antes de mi nacimiento, incluso antes de que mis abuelos se instalaran en la zona, escapando un poco de las brumas del centro porteño. Sin embargo, había una memoria de militancia y de represión, que se sintió en la zona con mucha fuerza durante la dictadura. Fue una zona, toda ella, muy golpeada.
Hace poco, además, se cumplió un aniversario del nacimiento de Marechal. Alguna vez leí que la carta de Valle a sus fusiladores fue escrita, al menos en parte, por Marechal. O no la carta, pero sí la proclama inicial del levantamiento. Pensaba, también, en la idea de patria que hay en Marechal, esos poemas, sobre todo los que escribe después de los cincuenta, después de la experiencia peronista, donde la patria es algo así como una experiencia múltilpe, como un inventario heterogéneo, tan diferente, por ejemplo, de la patria marcial de Lugones o de Borges, esa patria de batallas y de espadas. Mi patria es otra, más marechaliana. Pensaba en estas cosas.