Eselarga
En el trajín de los carritos, cerca de la caja, apareció
-como un sobreviviente tembloroso, como una figura
devastada por sí misma- el poeta que fue hermoso y jovencísimo,
el muchacho de los versos secos, breves, taxativos, el poeta
arrastrado después por un juego de flechas envenenadas,
que ahora se le clavan en el rostro:
busco en vano una espiral adolescente y quedo quieto,
perdido en las líneas de su cuaderno,
sollozos quebrados que no superaron la edad.
Con la hora de las
grandes lluvias llegan los otros,
y es justo volver
a verlos acá, todos juntos,
en el garage de
las voces gastadas
donde giran los
cuerpos, huellas y trozos de namda,
ruedan las
columnas y la tinta se mufa
en el piso.
Silencio. Llegan en silencio,
como una patrulla
de despertado,
con la brea en la
mano y los huevos de luz que tiembla.
Un twist nombrado
por Daniele Limonta.
Y luego Guido, el
taciturno de los pasillo.
Y Stefanella,
ella todavía me llama por ni nombre:
“nadie sabrá,
amigo mío,
de esa antigua
carrera, nueve puros sobre los ochenta,
de una palabra
para nosotros, no te quedes
mudo vos también”.
.
ESSELUNGA
Nel traffico dei carrelli, vicino alla cassa,
appare
– come un superstite tremante, come una figura
devastata da se stessa – il poeta che fu bello e
giovanissimo,
il ragazzo dai versi secchi, brevi e tassativi, il
poeta
travolto poi da un gioco di frecce avvelenate
che ora si conficcano nel viso:
cerco invano uno spiraglio adolescente e resto
fermo,
perduto nelle linee del suo quaderno,
singhiozzi spezzati che non varcarono l’età.
Con l’ora delle grandi piogge arrivano gli altri
ed è giusto ritrovarli qui, tutti insieme,
nel garage delle voci tarlate
dove si aggirano corpi, orme e pezzi di nulla
ruotano le colonne e l’inchiostro ammuffisce
sul pavimento. Silenzio. Giungono in silenzio,
come una pattuglia di risvegliati,
con la pece nella mano e le uova di luce scossa.
Un twist accennato da Daniele Limonta.
E poi Guido, il
taciturno dei corridoi.
E Stefanella, ancora
lei, mi chiama per nome:
“nessuno saprà, amico
mio,
di quell’antica
corsa, nove netti sugli ottanta,
di’ una parola per
noi, non restare
muto anche tu.”: D. B.
Milo De Angelis (Milán, 1953). El poema pertenece al libro Lina intera, linea spezzata (Milán, Mondadori, 2021).