"Ante un texto original, ¿cuál es su verdad? La que coincide exactamente con un pensamiento previo y único o, más bien, la convergencia de distintas interpretaciones. La segunda mirada, la de la mente abierta, nos permitirá descubrir lo nuevo, visiones distintas que pueden enriquecer nuestro conocimiento", reflexiona el doctor en filosofía Francisco García Bazán.
"Fue gracias a esa segunda mirada que pude descubrir a los gnósticos y sus propuestas cuando preparaba mi tesis en la Universidad de Buenos Aires. El gnosticismo aparecía como una herejía desde el siglo II de la era cristiana, cuando aparecen las primeras condenas de San Ireneo. Sin embargo, anteriormente había sido parte de la idea cristiana, e incluso algo prestigioso entre intelectuales de la época. Pero lo que comprendí muy pronto era que todo lo que se conocía sobre el tema eran las críticas y las deformaciones de sus detractores, entre los que se encontraban algunos Padres de la Iglesia. En consecuencia, comprendí también la necesidad de poder leer los textos originales en la lengua en que fueron escritos", continúa.
García Bazán nació en Málaga y emigró a la Argentina a los 16 años. Es licenciado en Filosofía, egresó de la Universidad de Buenos Aires, y se doctoró en la Universidad del Salvador. Es investigador superior del Conicet, premio Konex de Metafísica 1996, y premio Bernardo Houssay a la Investigación Científica 2003. Se especializa en el estudio de las relaciones del cristianismo primitivo con las filosofías antiguas, especialmente el gnosticismo. También es traductor de griego, latín y copto, la lengua egipcia escrita en caracteres griegos. Director del Departamento de Filosofía e Historia de las religiones de la Universidad Argentina J. F. Kennedy, es autor de más de 30 libros, entre los que están Textos gnósticos; Biblioteca Nag Hammadi, en tres volúmenes; El evangelio de Judas, y La gnosis eterna, también en tres volúmenes. "Contra lo que alguien pueda suponer, soy católico practicante, pero también investigador", aclara.
"En 1945, un campesino árabe hizo un descubrimiento asombroso: la biblioteca de Naj Hammadi, cerca de Jabal-al Tarit, una montaña donde había más de 150 cuevas. Naj Hammadi es un pueblo en el Alto Egipto. Dentro de una vasija de barro de un metro de alto se encontraron 13 papiros encuadernados, escritos en copto, que incluían más de 50 textos de origen gnóstico que se consideraban perdidos desde los primeros tiempos de la era cristiana. Esto permitió rescatar una visión real de lo que pensaban estos grupos disidentes.
?¿Qué pensaban los gnósticos?
?Ya llegaremos. Por una beca del Conicet, completé mi formación en la Universidad Gregoriana de Roma, con el sacerdote jesuita Antonio Orbe, profundo estudioso del gnosticismo. Fue él el que me aconsejó que estudiara copto, porque todos los textos gnósticos estaban escritos en ese idioma. Así pude acceder y traducir los manuscritos de Haj Hammadi. Los textos gnósticos sostienen que el cristianismo no se formó a partir de un pensamiento único, ortodoxo, que era la versión imperante, sino al revés, a partir de tradiciones orales que dieron lugar a distintas interpretaciones. Además, que la ortodoxia fue algo que vino después. En esto el cristianismo copió al judaísmo primitivo, que siguió un camino similar.
?¿Cuáles eran esas interpretaciones?
?Fundamentalmente, tres: la judeo-cristiana, cuya cabeza era el apóstol Santiago, hermano de San Juan; la de los protocatólicos, encabezada por San Pedro y San Pablo, y la corriente de los gnósticos, que no tenían una cabeza, aunque sobresalían personajes importantes como Valentín y Basílides. La palabra griega gnóstico significa el que conoce, pero ese conocimiento es algo absoluto, que está en el hombre, pero que no es producto de una búsqueda, un estudio, sino que integra su parte divina. Un motivo de controversia es la versión gnóstica del pecado original: para ellos, la presencia de la serpiente es algo positivo, significa ni más ni menos que la liberación del hombre.
?¿Cómo es eso?
?La serpiente no tienta a Eva, sino que le explica que en realidad su desobediencia es librarse de un Dios arbitrario que no es el verdadero. Un Dios malhumorado, ignorante de la condición humana, agresivo. La desobediencia significa alejarse de ese Dios y poder descubrir el verdadero, el desconocido, el Dios de amor, a quien Jesús llama Padre. Por eso algunas corrientes del gnosticismo adoran la figura de la serpiente. Por otra parte, los gnósticos formaban comunidades, pensaban que nada se podía hacer en el nivel individual y que era necesaria la presencia del otro. Uno es el otro, y el otro está en uno, solían decir. Estas comunidades tenían ritos y prácticas secretas y esto también fundamentaba la condena.
?Como intelectual y creyente, ¿cuál es su idea del tema de la fe?
?Pienso que el hombre es un ser finito que cuando realmente tiene conciencia de su finitud siente un vacío que necesita llenar con una trascendencia: sólo entonces alcanza su plenitud. Esto es San Agustín y también Gabriel Marcel. Pero ocurre que no debemos confundir creyente con crédulo. El crédulo es el que acepta algo sin probar si es cierto, sin verificarlo, sin examinarlo en profundidad. Por eso también sostengo que la ciencia y la fe no son cosas antagónicas, sino complementarias. La fe guía a la ciencia, pero la necesita para fundamentarse. Creo que la ciencia lleva a la fe. El creyente debe encontrar en la ciencia una aliada y no un motivo de temor.