"si no hay perturbación, no corresponde que haya deseo de conservarse ni temor de perderse".
jueves, 18 de julio de 2013
Carlos Schilling: "El trabajo de la memoria", sobre Las reliquias (La voz del interior, jueves 18 de julio de 2013)
El trabajo de la memoria
Carlos Schilling
Por si el título no fuera suficiente, el primer verso de Las reliquias es toda una declaración de principios. “Trabajo la memoria”, dice Diego Bentivegna. Y en los siguientes poemas se verá que ese trabajo es una especie de exploración submarina en un pasado que tiene una profundidad mayor que el linaje familiar, aun cuando el libro esté dedicado a los cuatro abuelos italianos del autor y Doménico y Vittorio sean protagonistas de varios textos .
Ese pasado, literalmente, se hunde en el mar, y es devuelto por este en forma de “huesos tristes,/ escamas, resto, espina consumida”. Claro que el mar de este libro no es cualquier mar, es el mar de la mitología y de la literatura occidental, el Mediterráneo (no nombrado, pero presente en las alusiones a las sirenas y a la ciudad de Nápoles).
Pero aun con el susurrante acompañamiento de voces griegas, latinas e italianas que se dejan escuchar como un rumor de olas cercanas, la materia que pasa por los versos de Bentivegna es mucho más informe que el ideal de belleza meridional: “Ácido, agua industrial/ que se diluye en una aguada quieta/ polvo que desagota en pozos de agua extinta”, y en esa sustancia degradada, sin embargo, “cada fragmento es, él mismo, una reliquia,/ un trozo de sí mismo irreductible”.
Dividido en seis secciones (“Las travesías”; “Rebaño místico”; “Un mundo que flota”; “Las trincheras”; “El texto sembrado” y “El niño expósito”), el libro parece ir desplegando un mapa sentimental de Italia donde es posible seguir la deriva de los antepasados y, también, claro, las lecturas de Bentivegna: Montale, Leopardi, Ungaretti, Virgilio, Pound, Seferis, Pasolini. Lo que no implica, en absoluto, un lastre de erudición sino, al contrario, la estratificación de un paisaje cultural que los abuelos viven a la vez como patria, tierra de trabajo o campo de batalla: “La muerte en la trinchera era/ un simple resultado de la técnica,/ su mera consecuencia;// un estallido de tierra en los ojos/ un verso que se tritura entre los dientes/ un espacio sin nombre más allá de la palabra,/ el campo inexpresable de la ética”.
Si hubiera que buscar alguna filiación posible entre estos poemas “italianos” de Bentivegna y otros libros de poetas argentinos, podrían mencionarse Tímida hierba de Agosto, de Roberto Raschella, Lo que trae y lleva el mar, de Pablo Anadón o Hilos, de Silvio Mattoni, libros que con temas y tonos propios tienen en común un mundo perdido que vuelve en leyendas familiares, en palabras aisladas, en traducciones, en viajes reales o imaginarios, en un sostenido trabajo de la memoria.
Las reliquias Diego Bentivegna Alción Editora Córdoba 2013