domingo, 30 de octubre de 2011

Emanuele Severino. Todos mis muertos

"(…) Me espera, al lado de todos mis muertos. Nuestros muertos nos esperan. Ahora son Dioses. Por ahora están detenidos en la luz. Como las estrellas, fijas en el cielo.

Luego, cuando las vicisitudes terrenas del hombre lleguen a su fin, será necesario que todos tengamos la experiencia de las experiencias de los otros y que en cada uno aparezca infinitamente la Alegría que cada uno de nosotros es en lo profundo. Esta va más allá de cualquier dolor que el hombre experimente. Estamos destinados a una Alegría infinitamente más intensa de la que las religiones y las sabidurías de este mundo prometen. En el Requiem cristiano se pide –¡se pide!- que en los muertos resplandezca la luz perpetua, y se pide que reposen en paz. Pero eso es inevitable; es necesario que en ellos resplandezca esa luz e ilumine algo infinitamente más alto que Dios. No es algo pasible de ser pedido: es nuestro destino. Y no reposaremos “en paz”. En paz reposan los cadáveres. Dejando atrás el dolor y la muerte, esa luz mostrará en el infinito una Alegría cada vez más infinita.



Emanuele Severino, Il mio ricordo degli eterni. Autobiografia. Milán, Rizzoli, 2011.



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