viernes, 2 de octubre de 2020

Sobre el método. Carta de Leo Spitzer a Benvenuto Terracini, 1942.

 

Fragmento de una carta de Leo Spitzer del 25 de octubre de 1942, dirigida a Benvenuto Terracini.  En ese entonces, Spitzer residía en Estados Unidos, y Terracini, en la Argentina, más concretamente en Tucumán.

La carta fue redactada en francés, publicada por Maria Corti en “Una lettera di Leo Spitzer a Benvenuto Terracini”, en Studi di filologia medievali offerti a D’Arco Silvio Avalle, Milán y Nápoles Ricciardi, 1996, pp. 121-23.y se encuentra reproducida en Guido Lucchini, Tra linguistica e stilistica. Percorsi d´autore: Spitzer, Auerbach, Terracini, Padua, Esedra, 2019, versión que consultamos para esta traducción.

 

Trad. de Diego Bentivegna.

 

 

 

(…)

Y es que yo me opuse en el fondo tanto a Vossler como a Saussure-Bally. Concretamente, no entendí nunca en qué radica la grandeza que se ha convenido en otorgar a Bally: ¿llegó alguna vez a esclarecer algún fenómeno, no importa cuál? Él aplica criterios de clasificación muy externos a los fenómenos de lengua y a las lenguas – no ha estudiado jamás desde adentro de una lengua, de un fenómeno. Es uno de esos falsos lógicos que imponen tanto respecto a los lingüistas – y porque él es ciego y de carácter dulce se lo declara grande…

¿Y Vossler? También él es una persona afable, de una gracia de espíritu inexpresable. Pero, en definitiva, su gran error es el “psicologizar” el detalle lingüístico. Y es realmente un impresionista, en estética y también en literatura.

Lo que yo querría encontrar siempre es un principio interno que la base de (que “informa”) el todo de una lengua individual, de una lengua en general (no lo he intentado sino de manera somera), de un fenómeno lingüístico y literario. Vea, si le place, mi último trabajo en la revista Italica (desgraciadamente, yo no tengo la separata) sobre ‘Language and speech in Dante’s Pier delle Vigne”: hay allí un principio que da forma al todo, el motivo literario y la lengua. Para encontrar ese principio se debe recurrir al método preconizado por Schleiermacher y Dilthey, es decir al ‘philologischer Zirkelschluß’: se extrae de algunos detalles una idea y se reaplica esa idea a los detalles, para ver si el principio encuentra en verdad lugar en los hechos. Es lo que se debe hacer con la obra entera de un gran poeta, con el todo de una civilización, es el método filológico -es también el método lingüístico, piense en el etimólogo o en el filólogo. Zirkelschluß es el más gustosamente aplicado. Pero, para llegar a resultados probados, es necesario establecer un conjunto de hechos, relacionar entre sí y luego hacer irrumpir un principio espiritual informador -eso que no hizo jamás Bally, que aplica ideas que viene de afuera, y que no hizo jamás Vossler, porque él encuentra siempre un hecho psicológico en todo detalle. El término “innere form” está bien allí, solo que esa “innere Form” deber ser ella misma presentada como una fuerza, una Energeia, nunca un Ergon, geprägte Form, die lebend sich entwickelt.

(…)