viernes, 12 de mayo de 2023

Bollack sobre Celan

 

“La poesía de Celan no sale nunca de su propio elemento; permanece confiada en su dominio, el lenguaje. Todos los poemas tienen por objeto, casi exclusivamente, las palabras que lo componen. La poesía no puede, sin alienarse, dejarse arrastrar hacia otro objeto exterior a ella; saca su fuerza crítica de esa auto-reflexividad del examen de los medios que emplea, de ese constante volver sobre sí misma y de ahí extrae su carácter experimental que sitúa al poeta en la posición de un observador de sus propias producciones, en el espacio creado por la lengua del poema” (J. Bollack, Poesía contra poesía. Celan y la literatura, Madrid, Trotta, 2005).



"El acto poético fundador de Celan consistió en ponerse en contra de una tradición cultural. No podemos saber qué hubiera ocurrido con esa actitud de no existir los campos de exterminio. Vivió el ascenso del nazismo en el momento en que estaba leyendo a Rilke, y entró de lleno en Rilke para ponerlo en contra de sí mismo. No podemos hacernos la pregunta de Adorno. Celan no lo apreciaba y lo consideraba cómplice de muchas cosas. La poesía no podía hacer otra cosa que mostrar la parte de responsabilidad de la poesía en el exterminio. Para Celan, la positividad de la poesía había intervenido en ese acontecimiento, desde Lutero hasta Rilke, al igual que las iglesias; y tenían su parte de responsabilidad Goethe, Hofmannsthal, Hölderlin, sin exceptuar a nadie; la acusación iba dirigida contra cualquier poesía falsamente positiva; todo lo que Heidegger comentó en sus ensayos sobre poesía había participado, según él, en las condiciones que hicieron posible el acontecimiento. La única manera que tenía de decirlo era escribir con las palabras de estos autores utilizándolas como armas contra ellos mismos. “Pensar a Mallarmé (…) hasta sus últimas consecuencias”, tal como dice El meridiano, significaba para él rehacer una lengua que expresara la monstruosidad inherente a la lengua "(Bollack, op. cit.).