lunes, 6 de abril de 2020

Extractos de la peste IV: Luis Loayza - "El éxodo"

I. ESTACIÓN del desastre: coinciden los agüeros y el infalible oráculo. Temo, no por mi vida miserable que tantas veces ofrecí en batalla, más por mi ciudad y su templo, por mi gente y mi rey, hombre sobre los hombres. Nos miramos pensando si será la guerra o la peste, si se desplomarán las montañas: pero en las entrañas de las naves y en las nubes, nada hay sino el anuncio del desastre y no sabemos cómo vendrá. Vagamos, pues, hasta la plaza, sin hablarnos; llenos de desánimo, apenas probamos los alimentos y velamos en la noche, esperando.

II Hoy el cielo amaneció oscuro y el aire, con sonidos. Nos encontramos frente al templo; el rey está ahí, también lo sabe; día de revelación o de muerte. Somos todos los hombres de la ciudad y cantamos hasta desfallecer los himnos de música poderosa. Vemos al sumo sacerdote levantar su cuchillo sobre el sacrificio y matar con presteza. La sangre gotea en las gradas, mas antes de la invocación el rey se arranca entre voces las ricas vestidutas y se mesa los cabellos, postrado ante el tabernáculo.


III Unos dicen que la palabra del dios ordenó este éxodo; otros que el dios no contestó a la invocación y el rey, temeroso del desastre, lo ha decidido; otros que el éxodo es el desastre. Pero ahora caminamos lentamente hacia el nuevo valle con agua y pastos y una cantera cercana que dará la piedra para los edificios; ahora vamos al lado de las mujeres y los niños, dejando atrás la ciudad y los ancianos que prefirieron cortarse la garganta antes que abandonarla. Desde lo alto la miramos por última vez: solitaria y con tanto amor nuestro extendido en sus paredes.


Del libro El avaro (Lima, 1955).

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